SÁBADO SANTO: Fuego en la madrugada, Gloria anticipada.
La Soledad ha abandonado la Iglesia y se ha marchado a descansar, a velar a su hijo en la tranquilidad de la cochera. Ahora, desde la ermita de San Bartolomé, la cofradía de Ánimas sale en voto de silencio con sus hachones, sus túnicas de arpillera y sus verdugos acompañando a la Cruz hasta la repleta Plaza. La coral Ars Nova avanza abriendo camino con un Kyrie de Mozart. Kyrie Eleison. Al llegar a la puerta, a golpe de cruz se abren las dos hojas y un Cristo envuelto en llamas, desnudo y lleno de llagas, abrazado a una cruz no de muerte sino de salvación sale a abrir los Infiernos y a perdonar los pecados.
La Soledad ha abandonado la Iglesia y se ha marchado a descansar, a velar a su hijo en la tranquilidad de la cochera. Ahora, desde la ermita de San Bartolomé, la cofradía de Ánimas sale en voto de silencio con sus hachones, sus túnicas de arpillera y sus verdugos acompañando a la Cruz hasta la repleta Plaza. La coral Ars Nova avanza abriendo camino con un Kyrie de Mozart. Kyrie Eleison. Al llegar a la puerta, a golpe de cruz se abren las dos hojas y un Cristo envuelto en llamas, desnudo y lleno de llagas, abrazado a una cruz no de muerte sino de salvación sale a abrir los Infiernos y a perdonar los pecados.
La calle de la Hoz recibe en su seno al silencioso cortejo. Las rocas del muro reflejan la ígnea luz de los pebeteros y el poderoso incensario, el brasero oloroso inunda de humo el recorrido. La coral y la JOCI van acompañando la carrera, la suave música mistifica la solemne procesión. Entre rezos y recuerdos por los que ya partieron, la cera va impregnando las calles por última vez esta semana, marcando un recorrido de luz hacia el templo. La noche refresca y la luna ilumina con sus frios rayos la oscuridad de la plaza casi desierta. Las puertas se abren y Cristo entra. Cristo se alza y los demás caemos de rodillas. La JOCI y la Coral han acompañado esta entrada de forma maravillosa con la melodía de Signore delle Cime, un canto que se va perdiendo en una noche mágica.
Cuando el sol comienza tímidamente a iluminar la bóveda celeste, llega un momento bueno, de descanso y relax. Un momento en el que unos pocos amigos nos vamos a desayunar ya hacer una valoración de una Semana Santa que ya se acaba.
Después de una mañana de sueño, el bochorno del mediodía da paso a uan tarde de gloria y alegría infantil. Una procesión infantil como no hay otra en ningún lugar. El Ángel Triunfante abriendo, le siguen la Samaritana, la Traición de Judas, San Pedro, la Flagelación, Ntra. Sra. De la Esperanza en la Resurrección, Santa Verónica, Santa María Salomé, Santa María Magdalena, la Dolorosa, Jesús Resucitado, San Juan y la Virgen del Amor Hermoso. Con un jolgorio sin precedentes, en la atestada Esquina del Convento recordamos la Pasión, Muerte y Resurrección con una multitudinaria Cortesía. San Juan y la Virgen, últimos en la plaza, se saludan y prosiguen juntos su camino hacia el final de la procesión donde a los inocentes niños, al relevo de la Semana Santa, les espera un premio de tortas y chocolate. Una Semana Santa toca a su fin.
DOMINGO DE RESURRECCIÓN: Primer Día, Última Mañana.
La mañana se levanta despejada, parece dispuesta a dejarnos disfrutar de un último día que el pasado año nos negó. Cristo ha resucitado y el sol nos lo anuncia desde un despejado cielo de vivo azul. En la Esquina del Convento se reúnen las bandas para acompañar a sus guiones hasta la Plaza Mayor. Con sus alegre melodías van despertando de su sueño de Pasión a una Cieza adormecida. Desde Juego de Bolos la Magdalena va bailando al son de “la Tuna Pasa”, y la campana de la ermita de San Bartolomé anuncia exaltada que ya sale la Virgen del Amor Hermoso.
Una cruz con una guirnalda floral en manos de un Ángel blanco y celeste, el Ángel Triunfante abre la procesión anunciando que Dios ha resucitado. Y como una marea roja y blanca llega la hermandad del Resucitado, Jesús despierta triunfando sobre la muerte, un ángel sostiene la caída losa del sepulcro y Carrillo, autorretratado en el soldado, cae sobre los centros de lirios y rosas. Una sorprendida María Magdalena entra en la Esquina del Convento con el Ecce Homo, vestido ahora de verde, aparecido ante ella. Las Santas Mujeres se acercan al Sepulcro por la Calle Mesones para encontrar un vergel de gloria. También los Discípulos de Emaús samaritanos ven a Jesús. “Quédate junto a nosotros” le dicen mientras se eleva al Cielo en Ascensión, dejando a la Virgen del Amor Hermoso junto a Juan.
Todos reunidos en torno a los estandartes comienzan la Cortesía. Reverencias, caramelos y flores se funden en un baile eterno. El Ángel Triunfante saluda a todos pregonando “¿Por qué buscáis entre los muertos al que Vive?”, para proseguir su recorrido. Jesús Resucitado saluda a su Madre entre pasodobles. Poco a poco van desalojando la plaza para seguir con la procesión. Solo quedan San Juan y la Virgen, que se saludan mutuamente y caminan de la mano hacia el fin del paseo.
Con una traca celebran los Dormis, la llegada de su Ángel, con el himno se recoge el resucitado, seguido de la Aparición. María Magdalena continúa hasta su casa, perdiéndose en la calle cadenas. Al son del pasodoble que lleva su nombre, Santa María Salomé baila entre sus cofrades vestidos de negro. Su trono tallado en formas florales y su bello porte apenas precisan ornamentación. Los clavos se transmutan en rosas y la Corona de Espinas florece. María de Cleofás la sigue en su dorado trono. Jesús se aparece a los discípulos camino de Emaús en la calle Santo Cristo, en un camino amarillo samaritano; y en un monte verde verónico, asciende a los cielos.
La florecida palma de San Juan baila al son de su pasodoble y con el Himno penetra por última vez en la cochera.
Cuando el sol comienza tímidamente a iluminar la bóveda celeste, llega un momento bueno, de descanso y relax. Un momento en el que unos pocos amigos nos vamos a desayunar ya hacer una valoración de una Semana Santa que ya se acaba.
Después de una mañana de sueño, el bochorno del mediodía da paso a uan tarde de gloria y alegría infantil. Una procesión infantil como no hay otra en ningún lugar. El Ángel Triunfante abriendo, le siguen la Samaritana, la Traición de Judas, San Pedro, la Flagelación, Ntra. Sra. De la Esperanza en la Resurrección, Santa Verónica, Santa María Salomé, Santa María Magdalena, la Dolorosa, Jesús Resucitado, San Juan y la Virgen del Amor Hermoso. Con un jolgorio sin precedentes, en la atestada Esquina del Convento recordamos la Pasión, Muerte y Resurrección con una multitudinaria Cortesía. San Juan y la Virgen, últimos en la plaza, se saludan y prosiguen juntos su camino hacia el final de la procesión donde a los inocentes niños, al relevo de la Semana Santa, les espera un premio de tortas y chocolate. Una Semana Santa toca a su fin.
DOMINGO DE RESURRECCIÓN: Primer Día, Última Mañana.
La mañana se levanta despejada, parece dispuesta a dejarnos disfrutar de un último día que el pasado año nos negó. Cristo ha resucitado y el sol nos lo anuncia desde un despejado cielo de vivo azul. En la Esquina del Convento se reúnen las bandas para acompañar a sus guiones hasta la Plaza Mayor. Con sus alegre melodías van despertando de su sueño de Pasión a una Cieza adormecida. Desde Juego de Bolos la Magdalena va bailando al son de “la Tuna Pasa”, y la campana de la ermita de San Bartolomé anuncia exaltada que ya sale la Virgen del Amor Hermoso.
Una cruz con una guirnalda floral en manos de un Ángel blanco y celeste, el Ángel Triunfante abre la procesión anunciando que Dios ha resucitado. Y como una marea roja y blanca llega la hermandad del Resucitado, Jesús despierta triunfando sobre la muerte, un ángel sostiene la caída losa del sepulcro y Carrillo, autorretratado en el soldado, cae sobre los centros de lirios y rosas. Una sorprendida María Magdalena entra en la Esquina del Convento con el Ecce Homo, vestido ahora de verde, aparecido ante ella. Las Santas Mujeres se acercan al Sepulcro por la Calle Mesones para encontrar un vergel de gloria. También los Discípulos de Emaús samaritanos ven a Jesús. “Quédate junto a nosotros” le dicen mientras se eleva al Cielo en Ascensión, dejando a la Virgen del Amor Hermoso junto a Juan.
Todos reunidos en torno a los estandartes comienzan la Cortesía. Reverencias, caramelos y flores se funden en un baile eterno. El Ángel Triunfante saluda a todos pregonando “¿Por qué buscáis entre los muertos al que Vive?”, para proseguir su recorrido. Jesús Resucitado saluda a su Madre entre pasodobles. Poco a poco van desalojando la plaza para seguir con la procesión. Solo quedan San Juan y la Virgen, que se saludan mutuamente y caminan de la mano hacia el fin del paseo.
Con una traca celebran los Dormis, la llegada de su Ángel, con el himno se recoge el resucitado, seguido de la Aparición. María Magdalena continúa hasta su casa, perdiéndose en la calle cadenas. Al son del pasodoble que lleva su nombre, Santa María Salomé baila entre sus cofrades vestidos de negro. Su trono tallado en formas florales y su bello porte apenas precisan ornamentación. Los clavos se transmutan en rosas y la Corona de Espinas florece. María de Cleofás la sigue en su dorado trono. Jesús se aparece a los discípulos camino de Emaús en la calle Santo Cristo, en un camino amarillo samaritano; y en un monte verde verónico, asciende a los cielos.
La florecida palma de San Juan baila al son de su pasodoble y con el Himno penetra por última vez en la cochera.
La Virgen del Amor Hermoso se va caminando a la placeta del Santo. La campana de la ermitica repica ansiosa en alegre tañido. El pasodoble “Virgen del Amor Hermoso” marca el fin de la Semana de Pasión, de esta Bendita Locura.
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