Hoy, 10 de marzo, quedan tan solo 10 días para que la Semana de nuestros sueños comience y os traemos un artículo sobre arte y devoción dedicado a las dos advocaciones marianas, reinas y señoras del Viernes Santo Ciezano: Ntra. Sra. de los Dolores y María Santísima de la Soledad.
______________________________________________________
MATER DOLOROSA
El dolor de María en el Viernes Santo Ciezano
El sol se levanta brillante y cálido en la fria mañana de la Pasión y Jesús, en el pretorio, es condenado a muerte por los mismo que días antes lo aclamaban como maestro. Comienza a caminar penosamente hacia el calvario cargado bajo el inclemente y abrumante peso de la Cruz de nuestros pecados. Apenas unos pasos tras Él, camina su Madre, cariñosamente sostenida por el discípulo amado. Las fuerzas le fallan a María, Ella ya sabía desde el principio que esto tenía que ocurrir, pero no puede evitar mirar incrédula como su Hijo sufre hasta el extremo, y tampoco puede evitar que le duela hasta el alma de verlo en tan amargo trance.
María va a aparecer varias veces a lo largo de todo este día, ella no se va a apartar de su Hijo, el Salvador,ni un sólo momento. Ella es la única que se ha mantenido fiel a la voluntad del Padre por difícil que haya sido, pues asumió hace mucho ya su papel de Sierva del Señor y cumplirá lo que Él designe.
Vemos por fin, tras la Cruz con Cristo Muerto en ella clavado, a la imagen de González Moreno, magnífica interpretación de la Dolorosa salzillesca, presidiendo esta mañana de tormentos. El Dolor que muestra es lacerante, es una profunda herida de espada en su divino pecho, una herida sangrante e insoportable. Así nos lo muestra Ella misma, con sus brazos abiertos, su bellísimo rostro desencajado en una mueca de insoportable sufrimiento. Los colores de sus ropas también son vivos, refulgen bajo el inclemente sol tan vívidos como su dolor. Ntra. Sra. de los Dolores representa el máximo dolor que sufrió la Madre, está viendo como la vida de su Hijo, de ese regalo que una mañana en Nazaret el Señor le otorgó. Por eso nos muestra ese gesto tan sobrecogedor, por eso lleva la espada de la profecía de Simeón refulgiendo hundida en su pecho. Sus ojos derraman seis lágrimas sin consuelo. María acaba de perder todo cuanto le quedaba en esta vida y lo grita a los cuatro vientos.
"¡Dolorida en Dolores Dolorosa!Doliente madre de dolor pesarosaY aun doliendo tanto que casi mueresNo puedes vivir lejos de esa RosaQue con sus clavos te desangraEn amores, Dolorosa.Y es que ese maderoEse árbol amortajadoEs el trono de su HijoDe su Señor bienamadoCon quien sangra en acero predestinado.No puede hablar, solo grita,Y llora sin consueloMezclando lágrimas y vidaQue por mirar va muriendoY se muere si no mira.Quisiera yo, Madre míaEstar al pie de esa cruz desoladaY cogerte entre mis brazosPara sanar esa punzadaPorque Tú eres también mi madreY Tú siempre me acompañasDéjame ahora consolarteEn este Viernes SantoSin Luz,Sin VidaY sin Nada."
Mater Mea
Versos Cofrades
Antonio Jesús Hernández
La tarde avanza y cae la noche. Ella todavía no ha abandonado la cima del monte calvario. Los Santos Varones descuelgan con un sudario el cuerpo muerto de Jesús ante sus vidriados ojos de Madre. Las ojeras se intensifican de color, los lacrimales desbordados están cada vez más irritados, pero María se va calmando cada vez más, refugiándose en su fuero interno cada vez más hasta aislarse completamente en la oscuridad de su alma atravesada. Así nos presenta González Moreno también a la emperatriz del Viernes Santo, a la Señora de la noche, a María Santísima de la Soledad. Su rostro, mucho más clamado que el de la Dolorosa, muestra apenas una emoción contenida. Para poder soportar el dolor, lo ha envuelto en mil capas de soledad. Sus ojos negros apenas ven, está completamente absorta en sus pensamientos, no se da ni cuenta de lo que pasa a su alrededor. Enterrar a su hijo ha sido demasiado para ella. Lleva las manos cerradas en torno a su corazón, el cual ya no le late en el pecho, se lo han arrancado al matar a su hijo. Ese delicado órgano dorado está atravesado por siete puñales, sus siete dolores, que la atormentan desde muy dentro. Incluso los colores y forma de su ropa nos indican ese recogimiento. El liviano manto azul que llevaba la Dolorosa se ha tornado en una pesadísima pieza de terciopelo negro que la envuelve por completo. Todo en ella se ha apagado. Ahora solo le queda rezar para que se cumpla lo que oyó de labios de ángel. Es tan difícil confiar en estos momentos tan amargos. Pero pronto descubrirá que la Muerte no puede vencer a la Vida, que la luz siempre destruye la oscuridad y que las promesas de resurrección se cumplirán.
"Ni un solo gritoEn su corazón de DolorElla a Dios no reclamaCon el precio que sabía pagarElla solo miraMira y callaMas bendita la luz de tu miradaQue el Viernes Santo no puedeAhogar¡Dolor en dolores se ensaña!Luto en su corazón solo guardaHacia un sepulcro caminaDonde Ella descansar esperaY allíSoledadTan solo SoledadEn un Viernes de Luto y AñoranzaAun queda la Esperanza"
Soledad
A Cieza por su Semana Santa
Antonio Jesús Hernández
Comentarios
Publicar un comentario