Hoy nos escribe un buen amigo mío, estudiante de Historia del Arte en la Universidad de Murcia, nazareno y vestidor de imágenes, Joaquín Bernal Ganga, y nos trae un tema que ha sido poco tratado en estas latitudes:
DEL VESTIDOR Y SUS FUNCIONES
A D. José Garduño, maestro de maestros
“Alfileres, encajes, sayas, mantos… Nada puede faltar a la hora de ataviar a la Madre, las camareras ya le han colocado las enaguas, la magia comienza a desbordarse en la sala en la que vestimos a la Señora.”
Así podríamos definir el momento
en el que las labores del vestidor comienzan a desarrollarse tras la acción de
las camareras, pero… ¿Qué es una camarera? ¿Qué es un vestidor? Veámoslo.
CAMARERA: mujer que ayuda a
vestir a la imagen de la Virgen. Su deber es facilitar el trabajo del vestidor
y ayudarle en cuanto necesite; bien sea suministrándole al artista los alfileres,
los encajes y demás complementos, o colaborando directamente en la disposición
de los mismos, siempre coordinada con el vestidor. Su gran misión es velar y
guardar el patrimonio de la talla.
VESTIDOR: Persona que tiene por
misión vestir externamente el aderezo de una Dolorosa, componiendo el tocado o
colocando la mantilla, y dando forma al manto y la toca de sobremanto si la
posee, así como disponer sobre la talla las joyas y demás aderezos.
Como vemos, una camarera (o
camarero) no es un vestidor. Las funciones propias del vestidor debemos
entenderlas como un “completar la imagen”. La talla de vestir se
conforma de un 50% creado por el autor y
otro 50% que crea en cada atavío el vestidor, de manera que, en el caso de tener
una talla de no suficiente calidad, un buen vestidor siempre puede sacarle más
partido para poder realzar la imagen y dotarla de una mayor dignidad; mientras
que, si la Cofradía posee una magnifica obra y un mal vestidor, la talla
quedaría incompleta, incluso podríamos llegar a decir que degradada en su
calidad artística.
Las cofradías y hermandades deben
por tanto buscar a esa persona que consiga dotar a la talla de ese carácter de
“obra total” que busca el escultor. Incluso desde los tiempos del maestro
Salzillo, cuyo mayor ejemplo de esa obra total sería su Dolorosa de la Cofradía
de Jesús, ya que deja escrito como debe incluso ataviarse a la imagen de la
Virgen de los Dolores y su forma de procesionar, rodeada por sus ángeles.
Y no podemos pensar que todas las
imágenes pueden ser vestidas de la misma forma ni con el mismo tipo de
vestuario, dependerá en gran medida de las características estilísticas de cada
una de ellas. En la Semana Santa Ciezana se dan dos grandes estilos:
- El clásico murciano: que se basa, en el caso de las dolorosas (Dolorosa y Soledad), como decíamos, en las premisas que establece Salzillo, y, en el caso de las gloriosas (Amor Hermoso y Buen Suceso Coronada) en el atuendo típico de las imágenes de gloria del s.XVIII;
- El andaluz (Estrella, Mayor Dolor, Caridad y Gracia y Esperanza), creado por Juan Manuel Rodríguez Ojeda para la Macarena sobre el año 1908 y sobre todo imitado en los tocados y vestimentas de José Garduño para la misma hermandad.
Este último es, quizás, el más
repetido en las tallas de la Virgen y que, en la gran mayoría de los casos, desvirtúa
las tallas, ya que en el intento (Pues en eso queda, en un intento), sea por
la complejidad que le supone al vestidor o
simplemente por un “no saber” cómo desarrollar las labores del vestir, no se
lleva a cabo correctamente.
En el caso de las santas de
vestir (Salomé, Cleofás y Magdalena) la vestimenta es más libre, sin un estilo
propio, es decir, se pueden colocar mantos y sayas sin unas reglas ya escritas,
ya que no responden a la misma iconografía de las imágenes de María.
Así mismo, me gustaría destacar
que no debemos quedarnos con el “Esto se ha hecho siempre así”, “Esto no es
Sevilla” y demás frases del diccionario nazareno que han dejado a tan buenos
proyectos en el tintero, ya sea en cuanto a imaginería, orfebrería, bordados y
sobre todo en el vestir, ya que si tanto empeño ponemos en nuestra procesión…
¿Por qué no ponerle el mismo empeño a nuestras imágenes tanto en la calle como
en nuestras sedes?
Sirva este pequeño artículo para
“llamar la atención” en defensa del patrimonio, ya que el vestir una imagen es
un arte, y no vestirla adecuadamente es dejar una obra de arte totalmente
incompleta.
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