CUARESMA 2016: ¿Qué significa "Semana Santa"?

¿QUÉ SIGNIFICA "SEMANA SANTA"?

Se acercan ya esas fechas en que los cofrades y semanasanteros echamos horas extra; esa semana, esos diez días que vivimos más intensamente que ningún otro. Sin embargo, no es poca la gente, afín o no a la Semana Santa, que es excesivo lo que hacemos, que nos pasamos, que no sabemos parar. En cierto modo, tienen razón. Eso de que en agosto estemos viendo vídeos de procesiones para afrontar las horas vacías de las vacaciones, o que nos pasemos la navidad deseando que baltasar salga corriendo es un poco "para hacerselo mirar". Aún así y con todo, deben comprender que la Semana Santa es para nosotros algo más que una simple fiesta, que una tradición. Por eso, vamos a hacer un pequeño análisis que cubra los muchos aspectos que engloba esta "fiesta".

En primer lugar, ni que decir tiene que es una tradición de índole religiosa, propia del catolicismo. Su origen se remonta a la edad media, sirviendo en este periodo como una catequesis gráfica para la población con poco acceso a la cultura. A día de hoy, sigue cumpliendo una labor similar. La población, más que de cultura, de lo que ahora carece es de fervor,volcándose en un apatismo nefasto hacia la vida. Sin embargo, no sería la primera vez que, cruzándose por casualidad con una procesión, una de estas personas, con la llama de la curiosidad avivándose de nuevo en su ser, se ha acercado a un compañero cofrade a preguntar, dando un paso de esta forma hacia el padre, sintiéndose más cercana por un momento al Señor y al misterio salvador. Eso es lo más bello, pues hay más alegría en el cielo por uno de estos que se acerque que por cien anderos de hombros sangrantes.

Paralelo a la religiosidad, tenemos el indudable componente artístico de la Semana Santa, uno de sus principales atractivos. Nuestras calles se convierten en un museo andante durante estos días que acercan el arte sacro al pueblo. También para los expertos en arte es un deleite admirar los desfiles, pues se puede aprender más sobre iconografía y simbología durante una procesión que en muchas clases sobre este tema. Sólo hay que saber leer en las imágenes. Cada paso y trono es una explosión de información, miles de sutiles matices y símbolos se muestran en ellos, cosas tan simples como la expresión y configuración de un rostro o la postura de las manos son cruciales, así como la disposición de las imágenes en un grupo escultórico, los colores, el número de imágenes, de lágrimas en un rostro, de gotas de sangre, el tamaño de las tallas y sus proporciones... Un pequeño cambio en cualquiera de estos aspectos es más significativo que mil palabras.

La Semana Santa es, por añadido, un reflejo de la idiosincrasia de un pueblo: la forma de desfilar, los ritos y costumbres que se dan lugar en cada desfile procesional, la forma y color de los atuendos, todo esto son sellos de identidad que distinguen una Semana Santa de otra. Por eso es tan delicado hacer cambios en estos asuntos. Puede que una modificación convenga para algunos intereses, pero puede provocar que desaparezcan algunos aspectos que eran únicos y distintivos. Un cambio de recorrido puede hacer, por ejemplo, que esa mujer, inmóvil por la edad, que cada año espera a ver pasar su cristo ante su ventana para cantarle la misma saeta de los últimos cincuenta años no pueda hacerlo más. ¿Quiere decir esto que la Semana Santa es folklore? Sin duda. Folklore tiene al traducirlo del inglés antiguo el sentido de "Orgullo del pueblo" y esta celebración lo es. Está arraigada en la cultura popular y está viva y en constante evolución.Prueba de ello son las jóvenes rostros que cada vez se ven más en las directivas y filas de las cofradías y que llegan en gran caudal. Los culpables de ello no son sino nuestros padres por habernos inculcado ese sentir cofrade desde muy pequeños, por habernos enseñado tan bien el amor y respeto hacia la Semana Santa. Hace bien poco veía dos imágenes por facebook que lo ilustran a la perfección. Una consistía en un niño de apenas tres años que, pletórico de alegría y con esa media lengua de niño increpaba a los costaleros del pequeño paso que le acababan de traer los "reyes". La otra era una foto de dos niños viendo una procesión, uno embelesado con los nazarenos y el otro llorando emocionado al mirar al Señor.

Y es de emoción de lo que ahora discurriré, pues la Semana Santa despierta las pasiones del alma. Alegría, dolor, nostalgia, melancolía, amor fraternal y el doloroso amor que se le clava en el pecho a una madre que ve morir a su hijo. Sólo contemplando una imagen en su capilla, recreándose y aprendiéndose sus más delicados detalles, puede uno llegar a llorar de emoción y empatía. Y si a la imágen le añadimos el frío viento de la noche, el vaivén del trono y la bella, dulce e inalcanzable música que lo mece es dificil no llegar a emocionarse. Y no solo el corazón se llena de estos sentires, pues los físicos sentidos se empalagan y saturan ante la explosión sensorial de esta semana. El tacto del terciopelo y la seda, del calor, la brisa y el agua lacrimal; el olor a palma, torta de pan dormida, lluvia, flores, cera e incienso; los vivos colores de las túnicas, mantos, adornos, oro y madera; el rumor de los pies penitentes sobre el encerado adoquín, el ronco retumbar de una caja y el canto dulce de las marchas y saetas; el dulce sabor a caramelo y repostería tradicional. Mas contarlo y enumerarlo no es si no una triste sombra de lo que es sentirlo en primera persona.

Pero son las cofradías las que hacen todo esto posible. Sin esas grandes familias en las que todos somos hermanos no sería posible nada de esto. Todos nosotros, hermanos, compartimos con un mismo sentir estos misterios. Compartimos también filas, calor, fuerzas, dolores, lágrimas, risas y cervezas, horas, enfados y trabajo; compartimos, en definitiva, una parte fundamental de nuestras vidas.

En fin, son tantas cosas las que justifican que queramos prolongar nuestra Pasión hasta el infinito que ni mil años bastarían para enumerarlas y describirlas como se merecen. Aun así, si después de estas palabras aún no comprendes por qué amamos tanto y disfrutamos tanto esos diez días que se convierten en un año, yo nada más puedo hacer, salvo invitarte a que vengas a vivirlo tú mismo. Créeme, no te arrepentirás.

¡¡¡¡VIVA LA SEMANA SANTA!!!!














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