No sólo son las Imágenes...

Por Borja Atencia Flores
Estamos en una época soñada para todos los que amamos el mundo cofrade, ya falta poco para que por nuestras calles se vean venir filas de penitentes y tronos al son de marchas procesionales. Estamos en Cuaresma y, por ello, son muchos los lugares en los que ya se preparan los enseres que se pondrán en la calle durante los desfiles procesionales; son muchas las madres que sacan las túnicas del altillo y muchos los músicos que sacan a relucir sus instrumentos para estas fiestas mayores. 

Pero no olvidemos que todos esos enseres que saldrán a la calle en nuestras procesiones forman parte de un patrimonio y, por lo tanto, merecen un cuidado adecuado; desde el cirio que lleva el nazareno en la calle hasta la más rica saya o manto de cualquier imagen de la Santísima Virgen María. Merecen trato digno y cuidadoso durante todo el año, no solo durante las vísperas del desfile o de su colocación en algún culto. El cuidado de ese patrimonio es tarea de todos.

También es cierto que la falta de conocimiento sobre esto es muy grande en la mayor parte de los integrantes de las cofradías y hermandades de gran parte de la geografía española, y no solo de los cofrades de a pié, sino también en los dirigentes. Y no solo Cofradías Pasionarias, sino también muchas Hermandades de Gloria, de Patronos y Patronas de pueblo, que en muchos casos atesoran un rico patrimonio que no es cuidado con el esmero que merece, por pura dejadez de los encargados de su conservación. Esto es muy visible en los ajuares de las imágenes de culto, sobre todo las de vestir. Dichas imágenes, que suelen atesorar un patrimonio grande y de gran valía, son las más perjudicadas por ello, sobre todo al ponerle piezas de mala calidad o con poco cuidado. 

El cuidado de ese patrimonio suele estar en mano de priostes, camareras y juntas directivas que muchs veces no saben lo que tienen entre manos. Debería ser obligatorio que supieran reconocer el valor que ese manto de la Virgen o esa túnica del Cristo tienen, pues podrían ser piezas artísticas de gran valor y  por tanto, merecer un cuidado mayor; cuidado que en muchas ocasiones no se da. Ese cuidado no implica sólo la forma de tratarlo, sino también la forma de guardarlo. Muchas veces, las piezas se encuentran guardadas en sitios no aptos para ello y esto conlleva que se estropeen. 

Los directivos de las Cofradías, aunque no sean los encargados del patrimonio, deberían estar al tanto de su estado y conservación y no solo de las nóminas de hermanos o las actividades culturales y devocionales que realizan, sino que deberían preocuparse de tratar dignamente al icono de devoción que tienen por titular, por imagen sagrada, así como a todo el ajuar inherente a él.

Otro punto importante es precisamente ese, el cuidado de la imagen sagrada. A lo largo de la historia se han realizado atrocidades a las propias tallas: lavarlas con agua, exponerlas al sol, rociarles productos químicos… Todo ello es de una total irresponsabilidad para con la imagen, ya que estas acaban por deteriorarse. Pero si malo es un mal trato, un cuidado nulo es igual o peor pues, si no las limpiamos y las tenemos “cogiendo polvo” puede suceder exactamente lo mismo. 

El deber de conservar el patrimonio artístico es cosa de todos y cada uno de los implicados en este mundo cofrade, no sólo de quienes lo guardan o de quienes lo usan, y es deber de cualquier cofrade, de cualquiera que vive la Semana Santa, preocuparse por estas cosas y no hacer la vista gorda, pues tan culpable es de la mala conservación del patrimonio aquel que la realiza como aquel que pudo hacer algo y no lo hizo.

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