Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.
Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca».
Palabra del Señor.
Jesús nos mueve a no andar solos en nuestro camino de vida. Acercándose la Cuaresma, un tiempo de oración, ayuno y abstinencia, Jesús con sus palabras nos hace ver que no podemos caminar solos, sino que debemos tener a alguien que nos acompañe y vele por nosotros.
En el evangelio de este domingo, último del tiempo ordinario, Jesús nos propone con la parábola del ciego que "El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca". En otras palabras, lo que Jesús nos propone que durante nuestro caminar hacia Él, que no estemos solos, que busquemos la ayuda sabia de los demás. Pero no una ayuda cualquiera sino una ayuda iluminadora, que con la gracia de Dios nos muestre un camino de redención sin esquivar el sacrificio o el sufrimiento de la cruz.
Jesús, antes de conducir e iluminar a nuestros hermanos, lo que nos dice es que reparemos y perfeccionemos nuestro modo de mirar y juzgar. Al igual que dejemos de lado nuestro bien particular cuando busquemos la voluntad de Dios. “¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?”
Por tanto, y en definitva, veamos al prójimo como un hijo de Dios que camina hacia Él y, que desde la humilde gracia que Dios nos da, seamos luz para los demás.
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