El error de Viernes de Dolores

Por Antonio Jesús Hernández Alba

Los nervios a flor de piel, el olor a incienso, pan dormido y azahar ya en el aire, las colgaduras y las túnicas saliendo poco a poco de sus altillos, todo nos parece indicar que pronto volveremos a la vida, que pronto volveremos a nuestra Pasión. Y, junto a todo ello, parece que vuelven también las polémicas, vuelven las conversaciones a media voz en un rincón de la Iglesia, de la Plaza o de "la Cochera", vuelve nuestra Semana Santa y vuelve con todo, lo bueno y lo malo.

Si hay un tema polémico, un tema que abordamos los cofrades una y otra vez y en el que nunca nos conseguimos poner de acuerdo es el de la música. Y hay muchos puntos polémicos de los que hablar en cuanto a música cofrade. Que si este paso va mejor o peor con esta o aquella banda, que si a mi me gusta más Mi Amargura que Getsemaní, que si la OJE siempre suena mejor... Año tras año se repiten estos comentarios y, con el inminente retorno de las procesiones se vuelven a oir. Y es bueno que se vuelvan a oir, aparte de que implica que estamos volviendo a la vida, que haya tantas opiniones quiere decir que nuestra Semana Santa sigue viva y con gente que se preocupa por ella y por su futuro y su presente. Lo que ya no está tan claro es que nos preocupemos por su pasado.

"Cuando hablamos de Semana Santa y de evolución vale la pena mirar hacia atrás y ver de dónde venimos y qué nos hace ser lo que somos y, a partir de ahí, debatir qué se puede cambiar y qué no"

Habrá quien pueda decir aquella manida frase de lo pasado, pasado está. Pero cuando hablamos de Semana Santa y de evolución vale la pena mirar hacia atrás y ver de dónde venimos y qué nos hace ser lo que somos, qué cosas hacen a Cieza única en Semana Santa y, a partir de ahí, debatir qué se puede cambiar y qué no y, sobre todo, qué se debe cambiar y qué no. Esta simple premisa a la hora de abordar cualquier debate cofrade valdría para absolutamente todos los "puntos calientes" que están sobre la mesa en estos tiempos. No obstante, me gustaría hablar un poco de un tema que se desechó hace tiempo y que, aun así, sigue saliendoa colación de cuando en cuando. Es lo que yo llamo "el error de Viernes de Dolores".

Hace unos pocos años, con el cambio en la directiva de la Cofradía de la Dolorosa, Viernes de Dolores perdió una buena parte de su esencia de forma definitiva. En pro de un acompañamiento musical más adecuado para la Virgen, se optó por sustituir a la OJE tras ella, colocando en su lugar una Banda de Música, y prescindir de la Medina Siyasa para abrir carrera. En cierta forma, el cambio resultó afortunado, no seré yo quien diga que la Dolorosa no va bien con una Banda de Música. A una imagen mariana "le pega" (como se dice popularmente) este tipo de formación musical. Pero todo cambio, por beneficioso que sea, lleva aparejado consigo una pérdida también. Y es que, al suprimir una de las dos Agrupaciones Musicales de esa noche, se perdió algo que hacía único al Viernes de Dolores: la entrada en la Plaza Mayor.

Se me podrá decir que fue una pérdida pequeña. Si, se suprimió ese popular y deportivo "duelo musical" entre las dos Agrupaciones, pero ganamos que la Virgen va con una Banda, que se le ajusta mejor, que Ella vuelve a ser la absoluta protagonista y, además, nos ahorramos ciertas actitudes fanatistas de un pequeño sector que convertía un momento de hermandad entre bandas en una lucha a degüello. Sí, en ese sentido fue una pérdida pequeña, pero pérdida al fin y al cabo. Si se me permite, creo que fue bastante desafortunado que desapareciera ese concierto particular que tenía lugar al final del Traslado de la Dolorosa. Para mí, la Virgen nunca quedó en un segundo lugar, si que las miradas se volvían hacia las bandas, pero automáticamente regresaban hacia la Madre para disfrutar de las marchas al compás de sus anderos. Era un momento de honores musicales a María, con dos bandas rindiendo lo mejor de su repertorio para mayor gloria de Ella. En una tertulia celebrada el pasado mes de noviembre, miembros de ambas formaciones lo corroboraban. Ese momento nunca fue un duelo, como se quiso hacer ver, y fue una idea que partió de la propia Cofradía, para ensalzar la primera "entrada" de la Semana Santa.

"Las cornetas y tambores son parte de nuestra historia y nuestra idiosincrasia, y una parte fundamental. Un fragmento de nuestra Semana Santa, de la Cieza pasionaria, que hemos olvidado prácticamente"

La idea de la Cofradía no era nada descabellada ni desafortunada. Al contrario, tenía mucho fundamento. Si volvemos la vista hacia atrás, no sólo a los comienzos del Traslado de la Dolorosa, sino a unos años antes, nos encontramos que Viernes de Dolores en Cieza tenía una connotación musical. Era la noche de la Tamborada, en la que se celebraba un encuentro de tamboristas y bandas. Era una noche dedicada a la música, dedicada al Tambor y a la Corneta, germen último y seña de identidad de nuestra música procesional, aunque olvidados de un tiempo a esta parte. No olvidemos a las Cornetas de los Armaos, cuyos toques se escuchan desde los albores del siglo XIX, ni a la decana de todas las agrupaciones musicales de Cieza: la Banda de Cornetas y Tambores del Santo Cristo del Consuelo, cuya primera fundación se remonta a 1900 y que desapareció a finales de los 80. No olvidemos tampoco que los 70 y los 80 fueron las décadas de gloria de la corneta en Cieza, con las bandas propias de la mitad de cofradías (Magdalena, Samaritana, San Pedro...). 

La corneta es, en fin, parte de nuestro patrimonio, tanto como los violines de San Juan y del Silencio, tanto como el sólo de Semana Santa Ciezana. Las cornetas y tambores son parte de nuestra historia y nuestra idiosincrasia, y una parte fundamental. Un fragmento de nuestra Semana Santa, de la Cieza pasionaria, que hemos olvidado prácticamente y que aun no ha muerto gracias a la labor de la OJE, de la Medina, de los Sones, de la Dulce. Sonarán mejor o peor, nos gustarán más o menos, pero son los últimos herederos de una especie endémica y luchan contra viento y marea, con los pocos recursos que tienen, para hacer honor a esa tradición. 

Otros juzgarán si de verdad ganamos al ponerle una banda a la Dolorosa en su noche pero, para mí, aquel día se perdió una buena parte de nuestra historia. El tiemo dirá si esa tradición ha de volver o ha de caer en el olvido como tantas otras en pro de una Semana Santa de Cieza más evolucionada, más a nuestro gusto pero, a mi parecer, un poquito menos ciezana de lo que era.

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