Por Antonio Jesús Hernández Alba
Octubre se está convirtiendo en el nuevo marzo, los cofrades ya esperamos tanto el otoño como la primavera para volver a emocionarnos. Y el 19 de octubre no fue una excepción. Fue uno de esos días en los que quisiéramos desdoblarnos en 20 versiones distintas de nosotros. Una para ver a cada imagen salir de Camusesa, otra para asistir a la misa de la Salomé, otra para ir frescos al accidentado pero airoso concierto de la UMC, y las otras 17 para cubrir absolutamente todos los puntos de la "corta" carrera de esa tarde.
Recalco lo de "corta" entrecomillado porque, a pesar del recorrido reducido, fueron 3 horas exactas desde que Sones de Pasión cortó en Cánovas del Castillo hasta que el Perdón traspuso el dintel de la Casa de los Santos. 3 horas de procesión no es lo que yo llamaría un desfile breve. Pero se disfrutó. Fue curioso cuanto menos ver al Encuentro avanzar con dificultad a oscuras con el paso lento de Medina Siyasa. También fué curioso ver a la Virgen del Amor Hermoso a paso lento y con la voluminosa corona que tan sólo luce habitualmente para la Candelaria. Y ver al Perdón iluminado por primera vez en su historia por los rayos del sol fue volver a enamorarse de esa portentosa imagen.
Cuando sonó "Cristo del Perdón" a su salida, volvió a ser Viernes Santo. El silencio que sobreviene cuando la joya de Benedito asoma a la Plaza Mayor en la tarde del Entierro, cayo como la losa del sepulcro en Cánovas al aparecer el poderoso crucificado. Volvió a ser Viernes Santo en la mañana al ver a Jesús despedirse de su Madre, que le salió al encuentro en cada esquina, farola, bajante, puerta...
Una tarde para el recuerdo. Sin lugar a dudas una tarde extraordinaria.
REPORTAJE DE LA PROCESIÓN EXTRAORDINARIA DEL PERDÓN
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