Muy buenas a todos, de nuevo y tras un periodo de parón por estudios y demás cuestiones volvemos al blog para recordar uno de los días más cofrades y ciezanos de cuantos tiene el año: el 3 de Mayo, día de la Cruz. Festividad mayor de nuestra principal devoción.
Nueve días hemos rezado la novena, nueve días te hemos dedicado nuestras más fervientes oraciones, nuestros más sentidos cantos, nueve días este año en que tu recuerdo ha esta ligado al de una persona que se fue la pasada cuaresma y sin cuya presencia tu novenario no es el mismo, está incompleto. Doña Lola Ros Zamorano, la directora del coro de la novena. Hasta siempre Lola.
Después de estos nueve días, la noche del día 2, víspera de tu gloria, al terminar la misa la gente, tu pueblo se queda esperando, aguardando con paciencia a que suceda el momento esperado todo un año.Los devotos que cada día te ofrecen sus oraciones, que te visitan a menudo en tu ermita y en la basílica, que guardan una estampa tuya en sus carteras, en sus casas, que te llevan prendido al pecho o colgado al cuello y que, como reza el poema, "guardan en sus corazones una rosa que es su Consuelo ¡TU DEVOCIÓN!", tienen esta noche su recompensa, pues bajas del camarín del Altar Mayor y te haces cercano y te muestras para que te adoremos y besemos tus pies y en tu costado divino bañemos fotografías, flores y pañuelos y lavemos tu cuerpo en lágrimas enamoradas de Ti. Después subes a tu trono, una vez que todos los llantos y rezos han acabado y ya la gente comienza a marcharse a descansar para tu día.
Y por fin, día 3 de mayo, llega la tarde y en el centro de la nave basilical nos recibes, envuelto en flores y en ese halo de bendición que te ha granjeado durante siglos los títulos de Faro Luminoso y Misterioso Imán. Comienza la misa, la más multitudinaria del año en Cieza (tomen nota del hecho aquellos que piensan que las imágenes nos distraen de lo verdaderamente importante). Tras la Eucaristía, cieza canta a coro tu himno y presto te dispones a salir bajo la lluvia de oraciones convertidas en flor. Y solemne te paseas, y tranquilo te recreas en cada rincón de las calles, dejas que tus ciezanos te agasajen con flores mil, y te paras a mirarlos, como si no quisieras irte, y consolándolos como siempre por sus aflicciones, que esta tarde no son más que una: verte partir.
La tarde va avanzando y, al salir del casco antiguo, Cieza vibra al son de tu pasodoble. "Cristo Bendito, Gloria de Cieza. "Consuelo dulce del Corazón, Grata Esperanza del que te invoca, Prenda Segura de Salvación." Mas bello coro nunca te lo pudo cantar pues en sus corazones, por lejanos que estén de ti, en cuerpo o en alma, guardan en un rinconcico de sus corazones esos cuatro versos. Y aunque estén lejos, con la boca cerrada y el alma abierta los cantan en el pensamiento.
Ya la tarde va muriendo y, al llegar a la Cumbre Airosa, Tú saludas a tus guardianas, a tus hermanas de Cristo Crucificado, quienes te acompañan cada día en tu ermita. y por fin suena el himno nacional y entras por el pórtico afilado de tu mansión bendita y tras de ti las rejas se cierran. Pero Cieza no se quiere ir, aguarda para rezarte la última oración, para conseguir una flor con quien recordarte ahora que ya has vuelto a tu lugar extramuros. Yo fuí el último en marcharme, cuando en ese castillo de fe y devoción solo quedabais Tú y tus ángeles, que no son otros que tu camarera, doña Piedaita Marín-Blazquez y sus ayudantes. Ella, sentada en el primer banco te miraba con el cariño con que sólo una madre te puede mirar. ¡Qué bella paradoja que ella sea tu hija y tu hagas más por ella de lo que puede ella hacer por ti! Y, aun así, te mima como a sus hijos pues cualquiera que la vea cuando a tus plantas está puede saber sin preguntar que Tú eres lo más grande para Ella... y para Cieza también.
Termino con un poema que esa noche, sentado en un banco frente a ti, Tú escribiste a través de mis manos.
De un devoto a su Cristo
Es tarde y anochece ya
anochece ya sobre cieza
anochece porque a anochecer empieza
y el frío de la noche me asusta y me congela.
Es tarde y anochece ya
y la ermita poco a poco
va quedando huérfana de devotos
mas yo no puedo irme
porque no se estar solo
porque no puedo dejarte
en tu trono de flor y oro.
El paso ya no se mece
Tu cruz al sol ya no desluce
los pétalos ya no llueven
y el sudario ya no vuela
ya no estas en procesión.
Ya no estas en procesión
y yo, sentado en un banco de tu ermita
no quiero irme todavía
no quiero irme todavia
y dejarte en tu altar desamparado
con el trono sin flores
que ahora guardan cual tesoro los ciezanos.
Quiero seguir soñando
soñando con tu día de cruz y rosa
soñando con tus ángeles y tus vestidos
con tu trono y tus galas
con tus anderos y tu Cruz
y soñando sobre todo
con tu rostro enamorado
que en esta hora tardía
del mes bendito de mayo
me sigue mirando tranquilo
me sigue consolando
porque no me quieres dejar solo
y solo no me estas dejando
porque vienes día y noche conmigo
día y noche colmando
de mi cuerpo mente y corazón
todos mis anhelos
y ahora que me voy
voy con lágrimas llorando
porque he visto el cielo
y en mi corazón lo estoy llevando
porque el cielo... Eres Tú...
¡Mi Cristo del Consuelo!
Antonio Jesús Hernández Alba
Comentarios
Publicar un comentario