Un viernes más, hablamos de música, hoy toca:
MANUEL LOPEZ FARFÁN
Entre lo Romántico y lo Andaluz
La semana pasada, cuando hablábamos de la familia Font, comentábamos que fueron ellos los precursores de la música procesional andaluza, introduciendo nuevos elementos, como saetas, en las marchas, elementos más propios de la música popular y del flamenco que de la música culta. De esta forma, la música procesional en España se divide. No podemos perder de vista que estamos en la década de 1920, una época en que las marchas fúnebres están en pleno auge, surgiendo compositores como el vasco Mariano San Miguel Urcelay, compositor de una de las mayores y más famosas obras cofrades de todos los tiempos: MEKTUB.
Farfán no será una excepción, de las 20 marchas de su autoría, la mitad se rigen por los cánones románticos, aunque, en su genio musical, introduzca armonías y ciertos elementos melódicos como floreos más cercanos a lo popular. La mayor parte de ellas pertenecen a su primera época, una época que finaliza a mediados de los 20 con su ingreso como director en la banda del regimiento Soria 9, dónde trabajará hasta su jubilación.
Será en esta segunda etapa cuando nos lleguen sus obras más personales. Ritmos arriesgados, acompañamientos nunca vistos, melodías alegres, cornetas y otros instrumentos exóticos, esas son las características esenciales de las ocho marchas que compondrá entre 1924 y 1927. Este periodo lo inaugura con una obra para la hermandad de las Siete Palabras de Sevilla, una marcha antológica y a la cual le debemos la existencia de las llamadas "marchas de palio". Esta obra incluye melodías alegres, ritmos más propios de un pasodoble, o una rumba incluso, e instrumentos atípicos como cascabeles y panderetas. Todas estas cosas hicieron que durante bastantes años el Arzobispado de Sevilla la prohibiera en los desfiles pasionales por no considerarla acorde con el espíritu de la Semana Santa. Estamos hablando de Pasan los Campanilleros.
En 1928 firma una obra recopilatoria donde introduce gran parte de varias de estas marchas alegres y que titula "¡El Calvario de un Artista!". Una composición que viene a representar su cansancio con respecto a las múltiples críticas que recibió debido a su cambio radical en el estilo. De hecho, tras esta obra, tendremos que esperar casi una década, hasta 1935, para escuchar una nueva marcha de su autoría, un himno a Sevilla y su "Semana Mayor". De nuevo una obra romántica, para banda y coro, cuya dedicatoria la atesoran todas las Cofradías hispalenses.
Antes de concluir, un dato curioso. En 1938 sentó un precedente para la archifamosa obra de Abel Moreno, titulandola "Impresión de Jueves Santo (en Sevilla)". Algo que ni siquiera para Farfán era nuevo, aunque fuera el primero en ponerlo en práctica para banda de música, pues algo similar encontramos en la Suite para piano "Sevilla" de Turina, cuyo segundo número se titula "El Jueves Santo a Media Noche".
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