Ya acercándome a la Catedral, comienzo a descubrir que, a pesar de lo dificil que es acompañarla en este día, a pesar de ser día laborable y lectivo, los murcianos madrugan contentos para ir a la misa de despedida de su Generala, la que lleva ya 91 años coronada. Tanto es que, desde la calle San Patricio, zaguán de la plaza de Belluga, se escuchan las murcianas voces de los devotos cantando su magnífico himno, que se escapan de las puertas catedralicias, abiertas de par en par, invitando a todos a entrar a la casa de Dios para honrar a su Santa Madre.
Suena el Himno Nacional en el órgano, lo toca la banda. La fresca mañana de abril recibe alegre a la Fuensanta. Aunque no tanto como lo está y estará en septiembre, la plaza del Cardenal Belluga está llena de murcianos que no pueden perderse esta cita. Muchos de ellos la acompañarán hasta el Carmen, donde las campanas repican alegres y melancólicas, recibiendo y despidiendo al mismo tiempo a la Señora de Murcia. Suena la Parranda, suena el Himno Nacional, acompañado del tronar de la pólvora; la Morenica se gira para despedirse de su Ciudad y encaminarse a su Santuario Bendito.
Que bella mañana, tranquila y despejada, perfecta para ir en romería. Los colegios detienen su rutina para verla pasar, camino de Algezares. La circulación en Ronda Sur se colapsa, porque Ella tiene que pasar, porque a Murcia se le detiene el corazón cuando su Generala se despide. ¡Cómo pueden decir que una vía va a separar Murcia en dos! Aunque la parte físicamente en dos, Murcia es indivisible, pues toda Murcia, desde el Progreso hasta Juan de Borbón está unida como los pétalos del caliz de la Rosa Mística que es la Fuensanta. Sus corazones, tan distintos en muchas cosas, son unánimes en el amor y devoción por su Patrona. Y eso... ¡Ni siquiera un muro puede cambiarlo! Aunque la hagan subir por otros derroteros, aunque visite a los murcianos de otras pedanías, Ella no hace distinción en su mirada, todos sus hijos valen lo mismo para su Corazón de Madre.
Repican ya a lo lejos las campanas del Santuario, pronta está la hora de la despedida. Afronta sin vacilar las siete cuestas, va pasando ante los mosaicos que representan los misterios del Santo Rosario mientras un rosario de corazones la lleva en volandas, recitando las letanias de sus corazones, gritándoles Vivas y Salves. Ahora es cuando Ella vacila, y se vuelve a mirar el camino, esperando poder recorrerlo en pocos meses, haciendo gala de ese título que su himno le otorga, calmando nuestras ansias de volverla a ver. Septiembre está cerca. Ese giro antes de entrar a la piadosa sombra de su templo es la confirmación de ese verso al que me refería: "Eres, Fuensanta el CONSUELO".
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