UNA MIRADA DE AMARGURA
Por Antonio José Villa Vazquez y Antonio Jesús Hernández Alba
En un momento de soledad absoluta, cuando todos abandonan la cruz para trasladar el cuerpo de cristo para darle sepultura, María se encuentra abatida a los pies de la cruz, ya sin poder sostener la mirada ni sostener las lágrimas. Así es como su autor, el afamado imaginero cordobés Francisco Romero Zafra nos muestra esta imagen tan personal de Nuestra Señora de la Amargura, una imagen realizada en cedro para la Cofradía de la Santa Verónica de Cieza en el año 2009. Se trata de una imagen en el que el autor mezcla perfectamente lo real con el tratamiento de las encarnaduras; con lo divino, realizando en los ropajes estofas de gran calidad con oro fino para representar a la Virgen como reina de todos los cristianos que es.
Sin duda, es una imagen que ha llamado la atención desde su llegada a Cieza, mostrándose al mismo llegar al pueblo a la luz de las velas, donde era muy difícil controlar las lágrimas al ver su mirada de amargura, más tarde también en el Real Casino de Murcia con motivo de la exposición Lux Fidei. Pero cuando es el momento perfecto para poder admirarla es en la noche del Viernes Santo ciezano, pudiendo contemplar con el gran movimiento de sus ropajes y con el acicalamiento del aire en su sudario, moviéndose al compás del paso lento de las marchas de procesión.
En la noche de Viernes Santo
Cuando el frío hiela hasta el fuego
Y la oscuridad congela el tiempo
Una madre llora
Llora, con las mejillas enrojecidas
Con los ojos hinchados
Y las lágrimas irritadas
En suaves cristales de dolor
Y la oscuridad congela el tiempo
Una madre llora
Llora, con las mejillas enrojecidas
Con los ojos hinchados
Y las lágrimas irritadas
En suaves cristales de dolor
Qué amarga es la Noche
Qué dura la luna
Qué vacía queda la Cruz
Y qué sola queda María
No hay más profundo dolor
Que el de una Madre desgraciada
Con los dedos crispados
En un gesto de miserable impotencia
Un Rosario doloroso
Sobre el corazón abierto
De una estrella que brilla sin quererlo
En la noche de Viernes Santo
Ahí tenéis a mi Hijo,
Parece que está diciendo entre sollozos,
Ahí tenéis al Señor,
Nos lo muestra y nos lo entrega
Como ya una vez hiciera
En Belén,
Más ahora no son los magos,
Ahora es Nicodemo quien se acerca,
Ahora no es un recién nacido,
Ahora está muerto,
No es un pesebre sino el suelo.
María, no llores y espera,
Deja a Dios trabajar,
Si Él te lo regaló
No te lo quitará
María, no llores y espera,
Deja al Padre en su afán,
Si en tu vientre la vida vio
En la Tumba Resucitará
María, no llores y espera,
Y Ella,
solloza
y vela
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