Hoy Jesús, tan contundente como siempre, nos presenta las dos caras de la moneda; nos presenta las dos caras del ser cristiano. El que se agarra al cumplimiento, al cumplir con la legalidad y aparentar ser perfecto; y el que, con intención de crecer, acepta su debilidad, la abraza y agarra la cruz y sigue. Y yo, ¿qué cara muestro? ¿En qué convierto el cristianismo?
Los escribas… gente “de bien”, de la aristocracia, entendían perfectamente la ley, la cumplían al pie de la letra, sin saltarse ningún precepto, pero, ¿de qué me sirve ese cumplir si después juzgo al diferente, si no avanzo en mi relación con Dios, en mi relación con el prójimo?
La viuda… una pobre mujer, una paria, un deshecho de la sociedad que ya ha quedado inútil. Esa mujer, que apenas tiene para vivir, echa en el cesto lo que tenía para vivir. Pero, ¿lo echa porque tiene conocimiento de la ley? Sinceramente, lo dudo, dudo que es mujer tuviera el mismo conocimiento que el de los escribas. Entonces, ¿por qué echa lo que tenía para comer en el cesto? Pues, sencillamente porque ama. Tan fácil y tan complejo. Da lo que tiene porque ama.
Y eso es a lo que yo quiero llegar en mi vida, a echar lo que tengo y no lo que me sobra por amor, no por cumplir, ni por parecer un santico o el mejor, sino por amor, porque sencillamente amo.
Yo creo que este domingo el Señor me lo deja claro, cumple la ley, sé una persona recta, pero no caigas en el fariseísmo, no caigas en creerte superior, no caigas en cumplir y no amar, porque como dice san Juan en su Evangelio, Jesús amó a los suyos hasta el extremo.
Eso te pido yo Señor para mí y para mis hermanos, amar a todos hasta el extremo, dar lo que tengo y no lo que me sobra. Vivir en Ti y desgastarme por Ti. Porque solo así podré ser feliz, porque solo así sabré amar como Tú amas.
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