El final de un ciclo

 Por Antonio Jesús Hernández Alba

Y sucedió. Se cumplió el rito. Después de que la lluvia nos dejara sin la bajada, nuestra Señora, nuestra Madre, nuestra Patrona ha salido a la calle. Con ella se lleva mil suspiros, mil anhelos, mil plegarias y mil te quieros. Y, como siempre, al entrar en su ermita, nos deja un dulce vacío en el alma, pues, hasta sin corona, su divina hermosura nos arrebata de amor al mirarla, como sólo una madre puede hacerlo.

La Romería no es un simple traslado, es el alma de un pueblo reviviendo junto a su Patrona. Es nuestro sentir como ciezanos lo que se pone de manifiesto. Aunque esta tradición no se pierda en las brumas del pasado, los ciezanos la sentimos como nuestra. Es el último día grande de todos cuantos celebramos en este pueblo. Ahora que ella se ha marchado de la Basílica, toca poner en hora los relojes, reiniciar el calendario y caminar por el resto del año. Toca vivir un nuevo curso, un nuevo ciclo, pues al anterior le ha puesto Ella su broche de oro.

He de ser breve, poco queda ya que decir. Han sido muchos años trabajando en Redes Cofrades, ideando, pensando, creando, riendo, discutiendo y llorando. Nos ha pasado casi de todo. Pero, igual que todo tiene un comienzo, todo tiene un final. La vida sigue su curso, un ciclo se cierra, otro comienza. Ni mejor ni peor, tan sólo distinto. Pero lo que nos daba la vida antes, ahora nos la quita. Quedémonos pues con el recuerdo de lo pasado. Toca cerrar un capítulo y seguir escribiendo el siguiente. Llegó el momento del adiós.

REPORTAJE DE LA ROMERÍA 2025

Romería 2025

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