Comenzamos el mes de agosto y con el encaramos la recta final de esta serie. Volvemos en esta calurosa mañana la vista atrás hacia Viernes Santo
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MIRARÁN AL QUE TRASPASARON: LOS CRUCIFICADOS DE CIEZA
VI. "Todo está cumplido"
Viernes Santo. De nuevo Viernes Santo. Desde primera hora de la mañana hemos visto a Jesús ser condenado, cargar con su cruz, ser maltratado, burlado y crucificado y, aun así, tiene la fuerza de volver la vista hacia su madre para darle palabras de ánimo.Ahora que el mediodía se acerca, un tambor sordo acalla todo sonido, todo murmullo de los que hasta hace unos segundos llenaban la calle Cánovas del Castillo. El incienso asciende hacia un cielo abierto y despejado, como una bella y olorosa oración. Sobre un lecho de claveles aparece entre las sombras de la cochera el más joven paso de nuestra Semana Santa (hasta la fecha). Impactante como siempre, desde aquella tarde de su presentación en Santa Clara, templo donde habría de permanecer expuesto al culto, el Stmo.Cristo de la Expiración atrae todas las miradas. Hay ciertos momentos en que la creación de un hombre supera incluso el entendimiento y la existencia de su creador, y esta magnífica talla de nuestro ciezano escultor Antonio Jesús Yuste, que merecidamente le valió el premio de "La Hornacina", es un claro ejemplo de estos casos.
"Jesús, dando un fuerte grito, entregó el Espíritu".(Mt 27, 50)
"Jesús, lanzando un fuerte grito, expiró" (Mc 15, 37)
"Jesús, dando un fuerte grito, dijo: «Padre, en tus manos pongo mi espíritu» y, dicho esto, expiró" (Lc 23, 46)
"Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido.» E inclinando la cabeza entregó el espíritu." (Jn 19, 30)
Así nos cuentan los Evangelistas la muerte de Nuestro Señor. Yuste Navarro en este Cristo resume estas cuatro frases. La fuerza de los Sinópticos se hace presente en la crudeza y el realismo de los rasgos, en ese movimiento que se intuye, con los pulmones vacíos de haber exhalado el último aliento, con la cabeza congelada en una eterna y brusca caida, con la forzada postura de los retorcidos e inertes brazos. Sin embargo, en su triste mirada, en sus ojos a medio apagar se reflejan una vida que se escapa y la docilidad y mansedumbre con que el Amor se entrega a si mismo. La satisfacción de haber cumplido con todo lo que vino a realizar en este mundo se refleja en sus pupilas vidriosas con la misma dulzura con la que San Juan nos cuenta la entrega final. En sus entreabiertos labios aún se adivinan las palabras con las que daba fin a su misión: "Todo está cumplido".
Las largas filas de nazarenos llegan hasta la esquina siguiendo al Cristo que bebió para que se cumpliera la Escritura antes de morir. Todo es Silencio. Ante nuestros ojos, envuelto en la mística bruma del incensario, sutilmente balanceado al son de un tambor sordo por sus expertos anderos, el Cristo de la Expiración abandona esta vida para abrirnos las puertas de la Vida. Aunque no pueda verlo desfilar por las amplias calles que siguen a la Esquina del Convento esa dolorosa Mañana, verlo entre luces y sombras de la calle Cánovas del Castillo es emocionante, la callada quietud que se genera en este bullicioso punto en que comienza el desfile ante su maltratada imagen llega hasta e más recóndito rincón del alma.
Fue este uno de los más impactantes pasos de cuantos desfilaron en la Procesión Magna del Centenario de la Junta de Hermandades Pasionarias la noche del 4 de Octubre de 2014, en parte por la espectacular iluminación que lo alumbró durante el recorrido, iluminación que tan solo ha llevado en esa ocasión. Y es gracias a esta procesión que pude pasar unos minutos a tan solo un palmo de su piel policromada. La tarde posterior a ese gran evento,me encontré con los hermanos de San Pedro bajando del trono a su Cristo y llevándolo a su bajo. Allí me recreé, aprendiéndome cada rasgo, cada herida, cada gota de su Preciosísima Sangre, desde la más aguda espina de su corona hasta el último contorno de sus pies.
Estos escritos no tienen sino la misión de invitaros a cada uno a buscar un momento de sosiego para hacer como yo y acercaros a la Iglesia tan solo para observar cualquiera de estas maravillosas imágenes desde todos los ángulos que permitan la capilla, desde la Asunción, con su Agonía, Sed, Sangre y Misericordia, hasta la ermita del Consuelo, pasando por el Convento del Perdón y Santa Clara, donde en la penumbra de una esquina aguarda una oración el Cristo de la Expiracion.
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