Vida, Dulzura y Esperanza Nuestra

Enero frío y claro, de navidad nos transportó en blancos tonos al suave beige de febrero que del invierno revela el final. Marzo en morado se nos reveló cuaresmal y Abril verde y florido de alegría de resurrección. Dorado Mayo, mes de María, Junio azul de cielo y mar y Julio bermejo de calor. Agosto anaranjado como el sol del atardecer y Septiembre de color del oro viejo con esos destellos azulados de nuestra Madre del Buen Suceso. Y Octubre azul marino, del color del cielo cuando la noche empieza a despertar, o de la aurora que anuncia el rosario. Noviembre gris y negro, melancólico y sosegado. Todos ellos pasaron. Y llegó Diciembre, ¡Ay, Diciembre! Mil colores tú respiras desde el azul celeste de la Inmaculada al rosa pálido casi blanco del alegre Recién Nacido de Belén, pasando por el verde oscuro, como las hojas de los olmos, verde intenso y sentido que arranca lágrimas de Esperanza.

Hoy, 18 de Diciembre,celebramos una de las festividades más hermosas dedicadas a María, Nuestra Señora de la Esperanza. María nos enseña fe en Dios y en sus promesas y paciencia para esperar su cumplimiento. Nos enseña a decir "Sí" a la voluntad del Padre y a dejarnos llevar por su divina mano que nos guía a través de valles de tinieblas donde la Esperanza es la única luz que nos queda.

En Cieza la celebramos bajo la doble advocación de Gracia y Esperanza. Esta imagen, en sus orígenes llamada del Rosario, fue tallada en 1930, por Manuel Carrillo García, padre y maestro del insigne escultor, para el Convento de las Monjas Clarisas. Sin embargo, conseguirá llegar al corazón de los ciezanos gracias a un grupo de jóvenes que en 1975 se constituyeron en hermandad bajo su clara mirada, los Hijos de María. Ellos le darán su actual nombre y devoción, y, enamorados de Ella, la llevarán en sus corazones y en sus hombros a cualquier rincón que vayan. Jueves Santo desfila bajo palio, llenando la divina tarde del Gran Día con su radiante presencia y su fragante manto. Será la encargada de romper el sello de as calles ciezanas en su traslado y ella también nos despertará a temprana hora en las frías mañanas de domingo del mes de octubre, mes del Rosario.

Se trata de una imagen de vestir, de tamaño natural, con las manos abiertas y mirando al cielo, en las que suele sostener un rosario y un pañuelo, y, en varias ocasiones, flores. Es una de las imágenes marianas más altas de la Semana Santa de Cieza y una de las más devocionales. Su rostro sonriente está surcado por cinco lágrimas de cristal que manan de unos ojos pardos que miran amorosamente a todo el que bajo su amparo se pone.

Tuve la suerte de nacer, al igual que mi abuela, bajo su protección, la fría jornada de diciembre que se viste de esmeraldas. Bajo la estrella mariana que tan arraigada está en mi familia. Recuerdo con cariño cada vez que he estado junto a ella, a escasos centímetros de su rostro, en especial aquella visita que realizó en mayo de 2002 a casa de mis abuelos.

Poco más hay que decir, os dejo con el reportaje de su augusta belleza, realizado el pasado septiembre durante la misa de acción de gracias por el 40 aniversario de su hermandad; momento en el que se la pudo contemplar junto a su Hijo,el Señor de la Cena.


VIRGEN DE GRACIA Y ESPERANZA

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