Reflexión Dominical: Domingo VII de Tiempo Ordinario

Por Pablo Moreno Gómez
Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,27-38):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen. Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. ¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos. Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros.»

Palabra del Señor

“Sed […] como vuestro Padre”. En esas cuatro sencillas, pero llenas de significado, podemos resumir el Evangelio de este VII Domingo del Tiempo Ordinario. Llevamos siete semanas (desde que comenzó el Tiempo Ordinario) acompañando a Jesús por lo que los exegetas (estudiosos de la Biblia) llaman su vida pública, es decir lo que los Evangelios nos han querido contar de los aproximadamente 33 años de vida de Jesús.

Durante los últimos 3 años de su vida, que es lo que recoge en mayor parte los Evangelios, Jesús se dedicaba a enseñar una imagen de Dios completamente nueva y revolucionaria que los judíos no habían sabido ver en Yahvé. Una visión que a veces puede hasta asustar y hacernos creer que el mensaje de Cristo es el de un completo chiflado, un idealista, un “hippie” que no vive en la realidad y no se entera de lo que vive… Pero, así es el mensaje del Amor, y un “amor” con mayúsculas porque así es Dios, un ser que ama infinitamente. En la noche del Jueves Santo escucharemos en el Evangelio de Juan que Jesús “habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo” y ahí es donde Dios quiere que esté mi amor, tu amor, en el extremo. La Palabra de Dios es un mensaje radical, que cambia el pensamiento, la vida y la forma de relacionarse con el entorno de raíz, desde lo más profundo de nuestro ser y es capaz de renovar completamente nuestro yo.

Poner la otra mejilla, rezar por los que nos persiguen, bendecir al que me maldice… ¡Anda que pone las cosas fáciles el Nazareno! Incluso, yo que escribo esta reflexión no sé como orientarla porque soy el primero que no cumple con esto. Pero Jesús me lo deja claro, RADICAL… Haciendo que el mundo arda porque “cuanto deseo que esté ya ardiendo” dice el Señor, y con esa parte es con la que yo me quedo ser un radical del amor. Saber acoger al diferente: al que opina distinto, al que no tiene mis mismas creencias, ideales; a los que están alejados; porque es a esos a los que Dios me pide que ame con más fuerza, que ame con más empeño, porque solo desde el amor seré capaz de transmitir verdaderamente el Evangelio, de anunciar la Palabra con toda su fuerza, con toda, y valga la redundancia, radicalidad.

Y solo seremos capaces de esto, si somos conscientes de lo que nos dice el salmo de hoy, el salmo 103, 12-13: «como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por los que lo temen». Ahí es donde he de entender todo, “así aleja nuestros delitos”, si Dios, misericordia infinita, es capaz de alejar mi pecado de mi persona, ¿por qué yo juzgo y condeno a mis semejantes por sus pecados?

Hermanos, sintamos ternura, amor, unos por otros y seamos radicales en la vida para que vea el mundo como los hijos de Dios deseamos que el mundo arda y se revolucione en el amor.

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