Tributo a la Semana Santa de Cieza 2016

Estad alegres, pues Cristo ha Resucitado. Estad alegres pues hoy comienza la nueva vida, una vida mejor al saber que Cristo Redentor nos ha abierto las puertas del Paraíso al derribar las de la vieja Muerte. Estad alegres, nos exhorta el sacerdote desde el altar, pues la tumba está vacía y ya no se volverá a llenar nunca más. Pero, que difícil se antoja para los cofrades hacer caso de esta invitación. Más de un cofrade y semanasantero ha llorado hoy, ha llorado al pensar que, después de tanto tiempo esperando, los tronos no volverán a pisar las calles de Cieza hasta dentro de más de un año. Que se acabaron ya las marchas, el olor a incienso y palma, la cera, los caramelos, las túnicas se esconden en la noche, quedándose olvidadas hasta dentro de 376 días. Curiosamente, hoy facebook me recordaba que el año pasado en un día como hoy, a esta hora más o menos se le acababa la cuerda al reloj inagotable y el paseo se teñía de terciopelo grana doloroso. Yo hoy os exhorto a que le peguéis un mazazo al tenaz cronómetro y que viváis con el recuerdo de lo vivido estos días hasta que el sol ilumine a la Burrica por la calle cartas.

Esta noche vienen a la mente muchos recuerdos, recuerdos que quiero compartir con vosotros de una forma más breve que en años anteriores. A esta hora tardía del primer día de la nueva vida, es momento de hacer mi particular TRIBUTO A LA SEMANA SANTA DE CIEZA 2016.

Parece que fue ayer que en una noche de miércoles retumbaban los tambores anunciando que la cuaresma comenzaba. Parece que estoy viendo todavía al Medinacelli ondear su túnica morada por calles y plazas, llevándonos la oración y la meditación de su Pasión hasta nuestras casas. Fue esta cuaresma que viví una de las experiencias musicales de las que más orgulloso estoy al poner el broche final al acto de Presentación de la Semana Santa de Cieza. Nunca olvidaré la sensación al interpretar para la Basílica repleta de cofrades expectantes los solos de Mayor Dolor y Semana Santa Ciezana, o al ver a todos esos cofrades en pié aplaudiendo el trabajo realizado. Ángel, Amalia, Carmen, Pedro y Tani, nunca podré agradeceros lo suficiente el esfuerzo, las risas, el trabajo y vuestro buen hacer. También una nueva e instructiva experiencia musical vino al acompañar con un cuarteto de vientos al Via-Crucis del Cabildo de Cofradías de Murcia, una procesión de la que difícilmente olvidaré ni un detalle.

Moviendo tronos, preparándolos o simplemente mirando el trabajo de las hermandades he encontrado compañeros inesperados y momentos para todo: reir, llorar, condenarse, emocionarse... pues es en los preparativos, en como trabaja para su hermandad donde se ve la autenticidad del cofrade.

Hay que dedicar un parrafo en este tributo a agradecer a los compañeros del programa "El Guión" y del blog Emociones y Música en las Calles de la Semana Santa de Cieza por hacernos con sus iniciativas la espera más amena y corta.

Qué decir de la emotividad de ver a Nuestra Señora de Gracia y Esperanza, vestida de hebrea, caminar por el Convento de las Clarisas al son de "Mater Mea", o de su mecer de anderas por nuestras calles en ese sábado de cuaresma en que Cieza volvió a ver procesiones en su seno. O de la solemnidad de esa procesión claustral del silencio, en la entronización del Cristo de la Agonía. Jueves Santo volvió esos dos días a nuestra mente, pues esos actos no son sino pequeños adelantos para ir abriendo boca. Igual que San Pedro nos regaló un trocito de Procesión General en la noche de su traslado.

Hay que agradecer llegados a este punto a Mª Ángeles Martínez el haber aceptado escribir y pronunciar el pregón de este año, pues consiguió lo que quería, que a todos, aunque fuera por un momento, se nos erizara el vello al oir nombrar a nuestra hermandad o al recordarnos ese momento pasional que llevamos grabado a fuego en el corazón. También a la Banda Municipal por el conciertazo que nos regalaron aquel domingo de pasión.

¡Qué sería de la Semana Santa sin amigos para compartirla! Amigos con los que reir y disfrutar, con los que debatir y discutir, con los que puedas reflexionar, con los que desahogarte, quejarte y en los que apoyarte para llorar juntos. Cofrades y semanasanteros no seríamos los mismos sin amigos y compañeros con los que cargar tronos, echar fotos, hablar, desvariar, cantar el "Chintachintachin", tomarse una cerveza (o un agua) y ver las procesiones.

Y por fín llega Viernes de Dolores, la culminación de todas nuestras esperas y desvelos. Por mucho que cueste organizar la procesión de los Niños de la Cruz, vale la pena sólo por ver la alegría de un niño al vestirse de manolo o manola y desfilar con su báculo por la calle delante de la Virgencica de la Estrella. Qué más da palio o no palio, marcha o saeta, incienso o no incienso, lo importante esa tarde son los niños y su rostro de felicidad al saberse protagonistas por una tarde, al imitar a sus mayores. Quizás algún día serán esos mismos niños los que continúen ese trabajo laborioso que supone poner un trono en la calle, pero por el momento, quedémonos con la recompensa de sus sonrisas.

Poemas a María, poemas a la Dolorosa en su tarde. María Santísima se despide de su hijo, el Medinacelli en las puertas del Convento. Él, en penumbra de Muerte, Ella, en luz dolorosa de vida. Se abre la semana más larga del año con María, la Dolorosa, causando admiración por donde pasa en ese Viernes de Dolores. Poemas a Cristo, oraciones al Señor de la Misericordia en esa noche. A veces el silencio es la mejor música, pues en el silencio se escucha a Dios. ¡Qué gran verdad es esta!, sobre todo cuando llevas el madero redentor sobre tus hombros. Los breves minutos que disfruté llevándolo los hice con los ojos cerrados, rezándole fervorosamente en un susurro junto al árbol de la Cruz.

Poemas al Cristo del Perdón en una tarde tormentosa cuya banda sonora comenzó con el Requiem de Mozart, interpretado magníficamente por la Coral Ars Nova quienes, sin tener la preparación de un coro profesional, salieron airosos de la pugna con el delicado, claro y arduo Mozart. Al son de Crucifixus llegaba el Cristo del Perdón a su trono para poder salir, tras la tregua dada por la lluvia, acostado sobre el leño al encuentro de su Madre quien, "Tras una mirada suya", se apartó para dejar que entrara el Cristo en su casa.


Lucía un esplendoroso sol, refulgiendo en el bruñido oro natural de las palmas, para dar la bienvenida a Cristo a lomos de su Burrica, entrando triunfal en la Jerusalén ciezana. Palmas y ramos en alegre desfile tiznaron de caramelo por fín nuestras calles. ¡Qué gusto da recibir la Semana Santa con tanto regocijo! Sabemos que Cristo viene a morir, pero hoy es un Rey marchando alegre a la batalla sobre la burra, plateado corcel que intimida al más fiero enemigo. También con alegría y con la amenaza de lluvia en los talones bajó de nuevo nuestro misterioso imán, nuestro faro luminoso a reunirse con su pueblo. Al llegar a sus puertas, el Santo Cristo del Consuelo se recrea y frena su paso, el cual traía en prisas de reunirse con sus hijos, para disfrutar de su encuentro como cada Domingo de Ramos. Cordero de Dios sonaba cuando me metí bajo las varas de su trono en el Camino de Madrid. Mektub, la Cruz de Doble Brazo, el Evangelista... todas esas marchas hicieron que el Rey de Cieza flotara por cadenas hacia la basílica sobre nuestros hombros. El portacampanas avanzaba majestuosamente, preludio de la efigie de Cristo crucificado, la cual miré hasta la saciedad en cada descanso. Emotiva la entrada a la Plaza y a la iglesia, tanto que no quería separarme de su vara al reposar su trono en el altar.

Lluvioso Lunes Santo que me dejaste sin la planeada escapada a Murcia a la noche del perdón. Lluvioso Lunes Santo, que dejaste a Cieza sin su Cristo de la Sangre padeciendo por sus calles. Lluvioso Lunes Santo que hiciste que la procesión "fuera por dentro" para regalarnos un íntimo y emocionante Via-Crucis en el interior del templo, con el Cristo bailando en el centro de sus naves. A punto estuve de llorar al ver entrar esa imagen en su capilla al son de "Al Señor de Sevilla".

Lluvioso Martes Santo, que dejaste a Cristo cenar en la noche de su agonía, lluvioso Martes Santo que permitiste a Cristo agonizar en Getsemaní en la noche de su cena y que permitiste a Judas traicionar al Maestro de nuevo con un beso, luciendo dorado y brillante como el primer día, y ser prendido por los Armaos en el estreno de nuestro nuevo párroco como predicador del Prendimiento. Pero lluvioso Martes Santo. que nos dejaste con la procesión a medio, gracias a las gotas justa para que la prudencia recomendara que el desfile se recogiera a la mayor brevedad y que me dejó con la miel en los labios, la túnica preparada y el Nazareno encerrado sin poder sentir su dulce peso sobre mi. Pero lluvioso Martes Santo, que nos diste un pasacalles dormi con su buque insignia al son de su himno-pasodoble.


Miercoles Santo lució de nuevo como el domingo y nos dió oportunidad de vengarnos de la lluvia y resarcirnos, justo a tiempo para que nuestra Procesión General llegara a todos los rincones de la Región gracias a la 7RM. Esa tarde fue gratamente especial para mi pues por fin pude cumplir un sueño que desde niño atesoraba en mi corazón; vestir la túnica blanca del evangelista y portar a San Juan, palma al viento, en esa ciezanísima tarde de la Traída de los Santos. Mil gracias a la cofradía de San Juan y a su presidente por brindarme esa oportunidad de bailar y cantar junto al santo que desde niño me lleva loco al son de ese pasodoble tan ciezano, ese himno a una tradición que Dios quiera y se mantenga por muchos años. Llega ya la hora de desempolvar la funda de Dorado, mi primer oboe, mi incansable compañero de fatigas, adornado desde esta semana de pasión con un manojo de cintas de procedencia cofrade. Cámara en mano, me dispongo a retratar lo que me de tiempo antes de recoger mi arma de música para acompañar al Cristo del Consuelo en esta noche de elegancia y arte ciezana. La música es la perfecta esta velada para que se mezca el Cristo a su paso por las calles estrechas y la adecuada para estrenar el nuevo tramo, a cuyo comienzo esperaban las cámaras para mostrar al mundo como nos las gastamos los chitos.

Jueves Santo, incienso, oficios, cantos, el Señor Sacramentado llenando nuestros corazones y velando en el sagrario en la noche del Amor Fraterno. La Virgen de Gracia y Esperanza, con su bello manto  floral nº40 (sin contar los del Congreso de 1996 y la Magna de 2014) repartiendo majestuosidad y belleza por nuestras calles. Su palio tintineó tras las interminables filas de manolas que la acompañaban en su duelo anticipado. Caridad del Guadalquivir (o del segura), cantada al llegar María a la Esquina del Convento marcó el cenit de la procesión, que se cerraría con un poema ante su casa de hermandad, guardada por el piquete militar que la acompañó todo el trayecto. De nuevo poemas a Cristo. Tras la siempre emocionante y populosa salida del Silencio, toca de nuevo coger el oboe, esta vez mi joven y flamante Marcello, para interpretarle al Cristo de la Agonía, desde ese mismo lugar donde sonaba Caridad esta tarde, el segundo movimiento de mi sonata para oboe y piano: "Nostalgia (Saeta)". Aunque estas cosas nunca son como se esperan, la emoción me embargó al tocarle con el fervor que quería y la suerte me sonrió cuando, por un problema en el cortejo, obligó a parar al Cristo frente a mis ojos y permitirme recitarle un poema: 

Quisiera yo, Señor, abrazar ese Madero
Ese leño en que estás clavado
Y sentir su peso desmesurado
Sobre mi torpe hombro nazareno

Quisiera yo, Señor tomar tu sendero
Y aferrarme a ese trono malhadado
Y rezar por cuanto yo he llorado
Y cubrir tus heridas con mil besos

Dame, Señor, en el silencio de la noche
El perdón que ansían mis anhelos
Que tu misericordia no se derroche

Y dame Señor tu dulce Consuelo
Cuando a mi vida pongas el final broche
Al saber que está noche estaré contigo en el cielo.


Sólo dos reflexiones más sobre el Silencio, reflexiones que ideé mientras con los ojos preñados de lágrimas lo veía aparecer por la calle de la Hoz:
Se podrá copiar la Procesión del Silencio, hacerla de la misma forma, con una réplica exacta de la imagen, pero nunca igualará, y ni siquiera se acercará a la original de Cieza. Y la segunda: el que dijo que la perfección no existe... Seguro que no había visto al Cristo de la Agonía.

Viernes Santo comenzó como siempre, con el sueño pegado a las pestañas y el recuerdo de la Esperanza Macarena pasando por la sevillana plaza de la Campana y la Esperanza de Triana saliendo a la calle pureza. No sabe nadie la satisfacción que sentí al ver a mi Señor Nazareno, con la Cruz a cuestas saliendo de la Basílica en su ciezanísimo trono dorado. La mañana del penitente gira en torno a Cristo en Cieza. Durante la procesión veremos a Jesús padecer y morir entre inhumanos tormentos para cerrar con el dolor de una Madre a quien le han atravesado el corazón en dolores. Interludio alegre pone la Cama de Cristo a la pesarosa tarde de Viernes Santo. Es un placer ver esa bendita incongruencia de festejar alegremente la sepultura de Cristo, tanto que me escapé durante unos minutos de los solemnes oficios para ver pasar a los Dormis por la Esquina del Convento. Aún queda mucho Viernes por delante. Desde que el Perdón muere y es descendido del madero, su Cuerpo muerto pasa a segundo plano, pues las imágenes nos muestran como el lacerante dolor de la Madre va calando en su ser y profundizándose hasta aislarla por completo en su Soledad. Dejamos a María brévemente para contemplar el Arbol de la Cruz, ahora glorificado como símbolo de salvación y esperanza en la resurrección. El Santo Sepulcro, luminoso y desolado ahora, no queda solo. Su emocionante y emotiva entrada este año me la perdí por ver más de cerca los rostros de San Juan y sus dos Madres, la serena Salomé (la terrenal) y la desconsoladísima Soledad (la celestial). El apostol, por mucho que lo intenta, no puede comprender en su juventud cómo todo esto puede pasar, ni consigue consolar dolor tan grande como el de María Santísima, a la cual velamos en la oscuridad de la Plaza Mayor.

Tras la Soledad de María, esperamos la hora de recogimiento y oración, la hora de la espera de la Gloriosa Resurrección. Vi este año desde el interior del templo como los hermanos de Ánimas hacían voto de silencio y acudían a la llamada de sus hermanos, al toque de la cruz guía sobre las puertas macizas. La procesión de ánimas pasó tranquila y silenciosa entre fuegos en la madrugada hasta encerrarse con ese sentido rezo final. Se cierra el ciclo de la Pasión en Cieza, pues los Ciezanos no nos recreamos en llantos y lamentos por el que sabemos que resucitará, si no que anticipamos el glorioso acontecimiento en unas vísperas de alegría infantil. Nuestros futuros anderos y penitentes se forjarán en esas pequeñas varas. Esa noche, los mismo tambores que nos anunciaron el principio de la penitencia y del dolor, nos anuncian su inminente final.

Domingo de Resurrección, comienza de mañana temprano la vida en un luminoso día de Pascua. Pronto las bandas acompañamos a los guiones despertando a la ciudad, dormida en su sueño de muerte. ¡La Tumba está vacía! ¡Despierta, pueblo de Cieza! Ya bailan los Santos, los caramelos vuelas, las bandas tocan y entremezclan sus pasodobles en una gloriosa cacofonía: es la Cortesía. Jesús resucitado se encuentra con su Madre, con las Santas Mujeres que fueron de mañana a encontrar el sepulcro vacío, con el apóstol predilecto y con los discípulos de Emaús para subir al Cielo, abriéndonos definitivamente el camino al paraíso. Que nostálgica se me antoja la melodía de los pasodobles, pues significa que esto ya se acaba. Tras el reencuentro con viejos amigos y cargar con mi Salomé hasta guardarla un año más, y tras ver a la Virgen del Amor Hermoso cerrar la pasión en la ermitica del Santo Patrón, nos vamos a comer, a disfrutar de los últimos coletazos de esta bendíta locura que todavía nos embarga el corazón y los ánimos.

Hoy, tras la misa del día más importante del año, he llorado de nuevo junto a la imagen del Cristo de la Agonía, he suspirado ante la efígie del Señor del Consuelo, me he despedido de Nuestro Padre Jesús Nazareno y, finalmente, he sonreido al mirar el Sagrario, donde Jesús Resucitado ha querido quedarse para residir entre nosotros. La Semana Santa de Cieza 2016 se acabó, hoy comienza la SEMANA SANTA DE CIEZA 2017.

¡Ah! ¡Nos vemos el día de la Cruz!

Antonio Jesús Hernández Alba
27 de Marzo de 2016, Domingo de Resurrección entre las 22h y la 1 de la madrugada.

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