Nos llaman Frikis

Bien sabido es para todos nosotros, cofrades, semanasanteros, amantes de la tradición y el arte, defensores a ultranza de aquello que nos hace ser como somos, que no son pocos los que nos ven como un grupo obsoleto, anclado en el pasado, obsesionado con una fiesta que poco tiene de actual y, según algunos, de popular. Poco menos que una carga en esta sociedad tan globalizada y centrada en la consecución del beneficio personal. Nada más lejos de la realidad.

Siguiendo con la linea de pensamiento que inició hace unas semanas mi buen amigo José María Cámara Salmerón con su artículo EL ADN COFRADE, quiero hoy desgranar lo que para mí significa ser cofrade, las características comunes que nos unen a todos los que participamos de esta bendita locura.

El cofrade es, por definición, aquel que, de una forma u otra, participa de la bella tradición, tan arraigada en las tierras de España, de sacar a Cristo en procesión por las calles, ya sea como andero (costalero, portapasos, horquillero, estante...) penitente, nazareno, portainsignias, acólito, florista, músico o desde la silla de esparto atada a una reja en la acera. Por lo tanto, cofrade es aquel que mantiene la tradición española de evangelizar por las calles, de mostrar lo bueno de la religión y la tradición de forma pública. Por tanto, un cofrade es un guardián de la tradición, manteniendo la idiosincrasia de su lugar de origen, aquello que nos hace ser como somos.

Como buenos amantes de la tradición, nos gusta buscar los origenes de todo lo que tiene que ver con nuestro pueblo y nuestra fiesta. Por eso, al cofrade que le preguntes te contará mil y una anecdotas históricas de su hermandad y las demás, te soltará de memoria una retahíla de fechas y nombres casi interminable, te dirá que no se quien salió con su hermandad o no se cuantos han rezado delante de su Cristo, todos ellos con los ojos llenos de lágrimas al verlo. Y así te contará cuales son las mejores obras de su pueblo, te hablará de escultores y estilos, te hablará de música, de compositores y épocas, de que a él le gustan más las clásicas o, por el contrario, se deshace con las nuevas obras. Te dirá que no puede escuchar "Pasa la Soledad" sin soltar una lágrima, o que es escuchar "Mater Mea" y darle un escalofrío, que no puede pasar por la Iglesia y no visitar al Cristo de la Agonía, o que mirar es imposible aguantarle la mirada al Ecce Homo mucho tiempo. Porque el cofrade sabe siempre algo de arte, de imaginería y de música, y entiende, más allá de características técnicas, la grandeza de las obras a través del sentimiento que transmiten. Por eso no podemos evitar, cada vez que vamos a un pueblo, buscar las iglesias y capillas, preguntar por las hermandades, aprender del patrimonio y las costumbres de cada sitio. Por eso, entre Pascua y Ramos, nuestro movil se mantiene en un perenne reproducir de marchas de Banda de Música, De AM, y/o de CCyTT, según los gustos de cada cual, porque amamos el arte cofrade, forma parte de nosotros y lo necesitamos para sentirnos completos.

Y no solo eso. El cofrade suele gustar de mantener vivas muchas de las tradiciones de su tierra, no solo las relacionadas con la Semana Santa. El cofrade muchas veces es folklórico, le gusta aprender y recrear la tradición de su tierra, a través de cantes y bailes, ya sean jotas, parrandas, malagueñas, sevillanas, fandangos, schotis o sardanas, le gusta alardear de costumbres y antigüedad, de lo bien que bailan sus grupos de Coros y Danzas, de todo lo que tenga que ver con la tradición y la costumbre popular y secular de su pueblo. Y perpetuarlas, las suyas y las de los demás. Sea de dónde sea, el cofrade suele mirar a Andalucía, por lo bien que vende su tradición. Suele gustar de cantar sevillanas, suele, en febrero, mirar a Cadiz, al Gran Teatro Falla, y aprenderse las mejores coplas de chirigotas, comparsas, cuartetos y coros de su Carnaval, y estremecerse cuando cantan una saeta, hablan de Semana Santa o meten la melodía de una marcha en los cuplés. Porque quien ama la tradición de su pueblo, ama toda la tradición y no sólo una parte.

Y aun nos dicen que si no nos cansamos de sacar procesiones, que si de verdad hay necesidad de organizar una en octubre o en noviembre. Si ya tenemos la Semana Santa, ¿por qué tenemos que hacer más fuera de eso? Ahora yo digo. El que es fan de un cantante, ¿no lo escucha a todas horas? ¿No empapela su habitación de posters y compra discos? ¿No busca la forma de ir a verlo cada vez que canta? Y al que le gusta el futbol, ¿No va todas las semanas que puede a ver un partido? ¿No sigue por la tele todos los que pueda? ¿No espera impaciente el telediario para enterarse de la actualidad? ¿No busca por youtube los mejores momentos de tal o cual partido? Igual, el cofrade, se pasa el año escuchando marchas, viendo videos de procesiones, buscando la forma de ver un paso en la calle en cualquier momento. Por eso aprovechamos cada ocasión, por eso nos encantan las procesiones de patrones y glorias, y sobre todo las procesiones extraordinarias. Por eso nos emocionamos cada vez que nos dicen que va a haber una, y buscamos cualquier excusa para hacerlas. Y que mejor excusa que la que tuvimos en Jumilla el pasado 23 de septiembre que el XXX Encuentro Nacional de Cofradías, o la que tendremos el 11 de Noviembre en Murcia con el III Encuentro Internacional de Cofradías.

Y si esto, como nos suelen decir, es estar anclado en el pasado, es sólo postureo, es ser, como a veces nos dicen, un friki. Pues si, señor, yo soy un friki, a mucha honra. Ahora te hago yo una pregunta: ¿Has sentido alguna vez algo de esto? ¿No puedes vivir sin alguna de estas cosas? Si te sientes identificado con alguna de estas cosas, enhorabuena, tu también eres un friki, tu también eres COFRADE.


Para ilustrar este artículo os dejamos el reportaje de la citada Procesión Extraordinaria 
"La Pasión en Jumilla"

LA PASIÓN EN JUMILLA

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