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Silencio. Que bella palabra. Silencio ante Dios en el sagrario. Silencio ante la Agonía de Dios encarnado. Silencio de un llanto, escondido en la capilla, de una mujer, anónima bajo el capuz, que esta madrugada recorrerá Cieza iluminando tu paso, llevando la luz que tu mismo has iluminado. Qué bien se está aquí, Señor. Dónde si no se puede ver tanta gloria junta. Dios sacramentado, vigilante en el sagrario, Cristo Crucificado, agonizando en Silencio; y Espíritu Santo, inflamando con su fuego nuestros corazones enamorados de ti. Son muchos los recuerdos de hoy. Pero hace tiempo sabia que el momento de pasión de jueves santo sería para el Silencio. Escondido en la capilla, el murmullo de la iglesia se apaga, tu eres el muro que acalla ese murmullo, tú bloqueas ese quedo influjo con tu silueta recortada contra las bóvedas de la basílica. No son pocos los que vienen ahora junto a ti a llorar como esa anónima mujer que esta noche ha hablado contigo entre lágrimas... Antes incluso de verte en la calle.
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Qué triste un Viernes Santo sin caracolas. Que triste un Viernes Santo sin plumas romanas frente a los Valencianos. Que hoy los armaos no están escoltando al Nazareno, que se duelen al velar su particular "Cama de Cristo". Qué triste una Esquina del Convento sin marchas sonando, sólo silencio y cajas de luto. Qué triste un Viernes Santo sin el Santo Cristo cerrando el desfile en la Plaza Mayor, con ese particular poetismo que lleva a la Dolorosa y a su Hijo por caminos distintos: el uno al Sepulcro de la Iglesia, la otra a la Casa-Museo de su Dolor. Qué triste para mi cruzarme a través de la calle mesones a mi Nazareno, sabiendo que ya no lo veré más en la calle hasta dentro de mucho, despidiendome de Él en la cercana lejanía de correos, mientras yo sigo escoltando al Consuelo por la Esquina del Convento. Mas, que curioso, lo triste se vuelve alegre. Esa despedida no será tan extensa, que en octubre, si el Nazareno quiere, nos volveremos a encontrar. La lluvia que truncó el Via-Crucis del Penitente, convirtió Viernes Santo en 3 de mayo, con Cieza aplaudiendo a su Cristo a paso ordinario, sólo faltaba una chispa que desencadenara en sus voces el Cristo Bendito. Esa misma lluvia, que nos dejó con la procesión a medias, consiguió que esta se cerrara con La Cortesía, y qué insólita y ciezanísima estampa la de ver a la Dolorosa entrando con un pasodoble. Así es Cieza y así es la Semana Santa, la tristeza del final inminente se convierte en la alegría de la última mañana. De esta forma, Viernes Santo se convierte en día de despedidas: la del Nazareno, la de la Dolorosa, la del Santo Cristo... No hay día, pues, mejor recibir la llamada del Padre, pidiendo tu retorno a Casa. Hoy que recordamos la Muerte de Cristo, estamos con más razones de luto. Pero ya nos lo decía anoche María. Siempre hay que tener Esperanza. Si el propio Cristo murió (y sigue muriendo) hoy, no hay mejor día para asociarse a su Muerte, partiendo con la serena seguridad de que está próxima la Resurrección.
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Viernes Santo y la Semana Santa de Cieza, tan cambiante y voluble como la vida misma. En un momento todo es luto y llanto, al siguiente estamos corriendo al son de la Cortesía, huyendo de la lluvia. Y qué cosa tan curiosa esta, comenzábamos con Semana Santa Ciezana donde debiera estar un pasodoble, y donde debiera estar una marcha lenta... La Cortesía. Esos cambios son Semana Santa, y esa simetría poética. En un momento estás cantando La Muerte no es el Final y al siguiente bailas al son del pasodoble de los Dormis, en una magnífica tarde de traslado. Después de la tristeza de la mañana y del mal tiempo a mediodía, encontrarme con la Cama de Cristo de frente al salir de los oficios era justo lo que necesitaba para recobrar las fuerzas y los animos para afrontar la noche. Que cosa más ciezana, tornar el luto en danzas, el llanto en cantos, convertir el Sepulcro en la Cama y mecerla a tan ciezano paso. Que bello ese momento. Ya habrá tiempo de llorar y emocionarse esta noche, ahora hay que reir y disfrutar de esos regalos que la Semana Santa de Cieza nos hace.
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Aquí culmina la Pasión de Cristo según Cieza, una Pasión que este año nos ha sorprendido como si fuera la primera vez con su tradicional forma y con esos momentos atípicos que nos han hecho vivir instantes históricos. Ahora, cuando Sábado de Gloria ya comienza a despuntar en el horizonte de la Atalaya, se cierra este capítulo de la Crónica.
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