Por Antonio Jesús Hernández Alba
Se que esto ya no es, por desgracia, tan habitual y que, en rigor, debería, en lugar de estas lineas, escribir una noticia que digera algo así como: "Con las primeras luces del día, la Patrona de Cieza salía a la calle en traslado hacia su santuario tras dos años de estancia en la Basílica de la Asunción. Su salida fue un hecho histórico, marcando el regreso de las procesiones a la “Perla del Segura”." Pero es tal la alegría que me embarga que soy incapaz de escribir una simple noticia para contar lo que supuso que nuestra Madre y Patrona pisara por fin las calles de Cieza. Así que, después de mucho tiempo, aquí os dejo la Crónica de la Romería de la Virgen del Buen Suceso, la Romería del "regreso a casa".
Todo lo que yo aquí escriba será poco para describir ese sentir inexpresable que supone volver a casa, volver a lo nuestro, volver a procesionar. ¿Qué sería de Cieza sin sus procesiones?
Desde que saltó la noticia, primero como un secreto a voces y después ya oficialmente el pasado miércoles, arrancó la polémica y el dilema. Creo que muchos nos enfrentamos a la misma dicotomía ante la posibilidad o el hecho de que volvieramos a salir en procesión. A todos se nos confrontó el corazón con la razón. La cabeza nos decía que quizás fuera demasiado pronto, que era muy dificil controlar todo lo que conlleva una procesión (aglomeraciones, distancias, mascarillas...) y más aún teniendo en cuenta cómo es la Romería (o el traslado de la Virgen a su santuario, que a fin de cuentas es sinónimo) y cómo somos los semanasanteros de Cieza. Sin embargo, el corazón nos decía que estaba ya harto de esperar. Yo, lo confieso, hasta el propio domingo le daba más peso a la razón que al corazón. Pero, al ver a la Virgen en el trono (aunque no fuera el suyo) con su arco, la razón perdió la batalla. Si bien el miedo y la prudencia siguieron allí, cumpliendo su papel porque, no lo podemos olvidar, aun no ha terminado la dichosa Pandemia.
A pesar de que no hubo verbena ni tascas, que la Virgen ni iba en su trono, que había que cumplir ciertas medidas, a pesar de todo, se vivió como un Domingo de Romería de siempre.
A las 6:30 de la mañana, con todo el pueblo a oscuras y durmiendo, en esa hora fria y calmada que precede a la aurora, el campanario de la Asunción en pleno comenzó a repicar para anunciar que en muy poco tiempo, al terminar la misa, "la del Cetro Maternal" saldría a la Calle tras dos años de larga espera por su parte. Las prisas por arreglarse, el frio de la madrugada, la sorpresa al ver el atavío y arreglo floral, el gentío en la Iglesia... Las sensaciones fueron las mismas que todos los años, aunque le añadimos la necesaria incomodidad de la mascarilla. Los nervios, el reencuentro con los compañeros de relevo, el olor a incienso y flor, las emociones a flor de piel... Todo lo que yo aquí escriba será poco para describir ese sentir inexpresable que supone volver a casa, volver a lo nuestro, volver a procesionar. Lo hemos dicho cientos de veces, pero el domingo esta frase cobró pleno sentido: ¿Qué sería de Cieza sin sus procesiones?
8:06. Repican las campanas, la gente aplaude, suena el Himno Nacional y sale la Virgen. Sólo faltó la traca para que fuera como siempre. Suena el Himno de la Virgen del Buen Suceso y comienza el traslado, comienza la Romería.
Pero, tarde o temprano, había que volver y, mientras se tenga cuidado y Dios y su Santa Madre nos ayuden y nos libren de brotes y repuntes, podemos decir que, por fin, HEMOS VUELTO.
Los mismos devotos, los suyos, los mismos pasodobles, la misma gente despidiéndola en el muro y el puente mientras Ella gira sobre si misma para saludarles y decirles que un año pasa muy rápido. El primer rayo de sol en el Puente de los Nueve Ojos, la traca en el maripinar, las palmas, el calor que aprieta, el olor a pino fragante y a romero, las risas, las conversaciones con los amigos, las escapadas hacia arriba, los relevos... Todo fue un despertar a todo esto que hacía ya dos años que teníamos olvidado.
Cada uno lo vivimos de una forma distinta, pero estoy seguro de dos cosas. La primera, de que a todos se nos hizo muy corto cuando, poco antes de las 11 veíamos ya aparecer tras los recodos de la Atalaya la silueta del Castillo. La segunda que, a pesar del madrugón, el calor, el cansancio, a pesar de todo, debajo de la mascarilla todos llevavamos una sonrisa de oreja a oreja. Todos, hasta este que les escribe que era de los más reticentes ante esta celebración. Pero, tarde o temprano, había que volver y, mientras se tenga cuidado y Dios y su Santa Madre nos ayuden y nos libren de brotes y repuntes, podemos decir que, por fin, HEMOS VUELTO.
Faltó también la Misa a la llegada, pero don Jose Antonio nos bendijo a todos y la ermita quedó abierta todo el día para despedirnos de nuestra Madre. Terminó la Romería a las 11:35 y nos dejó con alegría y energías para aguantar lo que nos echen ya, porque ahora si que se vislumbra la luz al final del tunel y ahora si podemos empezar a decir que quedan apenas 200 días para NUESTRA SEMANA.
No quiero hacer demasiado larga esta crónica pues, como dice el poeta, "lo bueno, si breve, dos veces bueno"; pero no puedo terminarla sin antes dedicarle a ella unas palabras.
Madre. Tú sabías aquel otoño de 2019 en que decidiste quedarte en tu Cieza querida lo que se nos venía. Aún recuerdo con ilusión esas estampas tan históricas de los Rosarios y demás actos contigo allí presente. Recuerdo aun con más cariño la primera misa presencial post-confinamiento, que fue tuya. Te hemos tenido dos años junto a nosotros en los momentos más dificiles de nuestra historia reciente. Ahora has vuelto a tu casa y, aunque fue una alegría inmensa verte salir a la calle, y sobre todo alegría de que tú fueras la primera en hacerlo, se te va a echar de menos al entrar en la Basílica y no verte. Aun así, tu Romería, como todo lo que tiene que ver contigo, fue un BUEN SUCESO.
No queda ya nada más que decir, tan sólo volver a gritar ¡Viva la Virgen del Buen Suceso!
P.D. Se ha abierto la veda. Si Dios quiere, octubre viene ya y los Rosarios de la Aurora con él. Recemos para que podamos verlos en la calle por fin.
REPORTAJE DE LA ROMERÍA 2021
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