Por Antonio Jesús Hernández Alba
Se cumplió el rito. Agosto ha terminado entre pólvora y jolgorio, con San Bartolomé recorriendo de huertanas maneras su pueblo, acompañado de su gente, de sus fieles, de quienes nunca lo dejan de lado.
Los 31 de agosto siempre tienen un sabor agridulce. Nuestro protector camina de forma elegante al son de pasodobles festeros (y por fin con su himno). Pero no es alegre, va dejando un regustillo amargo a su paso. San Bartolomé se despide después de 15 días en la Basílica. Con él se lleva una semana intensa de fiesta (mejor o peor organizada, ahí no vamos a entrar) pero intensa a fin de cuentas. Se lleva consigo el descanso veraniego, se lleva al mes de agosto. Al bendecir los campos, cierra el ciclo de un curso que ya acaba y nos prepara para el inicio del nuevo. Suena la espadaña de su "hermosa ermitica" anunciando ese final y al traspasar el dintel de la puerta, se lleva consigo vítores y suspiros por igual. Otro año más termina, uno nuevo comienza.
Se ha cumplido el rito por fin. Se ha terminado agosto, llega septiembre, la vuelta a la realidad y, al mismo tiempo, el inicio de algo nuevo; algo nuevo que nacerá cuando suene la otra espadaña de la otra ermita, y nuestra Patrona salga aprisa del Collado en busca de su pueblo de Cieza. Se cierra un ciclo, se abre otro, como cada 31 de agosto, al grito de: ¡Viva San Bartolomé!
P.d.: Se abre ciclo nuevo y nosotros pronto volvemos. Atentos a nuestras "Redes Cofrades", que iremos anunciando fechas y cosas. ¡Nos vemos!
REPORTAJE DEL TRASLADO DE SAN BARTOLOMÉ
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